El 6 de enero anterior
fuimos con Guido Orellana, candidato de AVANZA 8 para la Alcaldía de Santa
Isabel a una comunidad denominada San Pedro. El viaje resultó interesante pero
para nosotros un poco difícil y tenso, a causa del mal tiempo y el estado de la
vía propia de verano. Para llegar a San Pedro se toma desde el sur de Santa
Isabel la antigua ruta de la carretera Cuenca-Girón-Pasaje que hoy se encuentra
casi abandonada luego de más de 30 años de su apogeo. Hoy es camino vecinal hacia múltiples
comunidades rurales de Santa Isabel.
Ya
habían llegado candidatos
Cerca del punto denominado
El Tablón se toma una ruta hacia el sur occidente ascendiendo por una interminable
trocha hasta una altitud de cerca de 2500 msnm. En tiempo de verano las
camionetas y vehículos 4x4 pueden ascender sin mayor problema, pero con la
mínima lluvia todo se vuelve como jabón y eso conlleva muchos peligros. En todo
caso llegamos con nuestra caravana, y luego de esperar unos momentos se logró
que Guido exponga ante la concurrencia, que en número aproximado de 50 personas
se había dado cita para tratar asuntos de la comunidad y específicamente del
agua. Planteado el asunto por parte del candidato se observó receptividad y
curiosidad por parte de los presentes, pues poco antes ya habían visitado otros
políticos para exponer sus puntos de vista, no del todo leales a las reglas de
auténticos pretendientes para servir, porque atacar a los contrarios envenena
la mente de la gente y es peligroso, al tiempo que poco honesto.
Don Pedro (d) relata sus experiencias desde su niñez. |
Una
historia muy interesante
Concluida la reunión tuvimos
la suerte de conversar con un campesino de nombre Pedro, quizás uno de los más
antiguos del lugar, con el fin de conocer sobre la historia de San Pedro. Dijo
que nació allí y cuando niño vio el nacimiento de la comunidad que para 70 años
atrás era una gran propiedad ganadera de una familia de Cuenca, cuando todos los
indígenas incluida su prole trabajaban como esclavos sin paga de ninguna clase,
fue la época de los traslados en “chacana” por parte de los “guandos”
especialmente a los “patrones y a las “niñas” de la familia pudiente dueña de
esas grandes extensiones de terreno. Después vino la época de los “huasipungos”
y el nuevo ordenamiento de tierras que daba a los indígenas por lo menos la
posibilidad de tener una choza propia aunque en terreno ajeno, salvo una pequeña
parcela para su auto sustentación. No se sabe desde cuándo los indios en ese
estado de esclavitud vivieron en San Pedro, posiblemente desde los comienzos de
la Colonia, cuando los terratenientes y la Iglesia se repartían las haciendas y
tomaban a los antiguos dueños como sus trabajadores sin ninguna paga. Es decir,
usurparon los territorios con seres humanos incluidos.
Los
“Sanpedros” y las tradiciones
Los llamados “Sanpedros” de
evidente origen cañari, tuvieron inicialmente una cultura propia como parte de
la nación cañari, pero fue abandonada, rezagada y olvidada, sin embargo lo más
destacado de ellos fue hasta hace poco su costumbre de fabricar ollas, objetos
que los llevaban a vender en Pucará o Santa Isabel con todas las dificultades y
sacrificio que eso implicaba por el traslado y la posibilidad de que se rompan
dichos objetos, sin embargo se daban formas y procuraban que no se destruyan sus
valores en el viaje. Otro buen recuerdo son las danzas, bailes y ceremonias,
una mezcla de lo autóctono con los religioso introducido hace cientos de años,
que mostraban en las fiestas de Santa Isabel pero casi siempre acompañados de
la ingesta de alcohol, forma enseñada por los “blancos” para mantener su
dominio y subordinación. Los “Sanpedros” cuando llegaban los domingos al centro
cantonal de Santa Isabel eran temibles. Cuentan en el pueblo que se enfrascaban
en batallas campales entre ellos a golpe de piedras, algo que molestaba a los
habitantes de la urbe pero que por ventura ya ha ido desapareciendo. Hoy las
cosas han cambiado notablemente, la conducta de las nuevas generaciones es
otra, aunque siempre se guardan las raíces primitivas. La educación de los
niños y jóvenes que acuden diariamente a Santa Isabel a lo largo de los últimos
años ha dado buenos resultados.
Una
desconocida esclavitud
Cuenta don Pedro (76), que a
raíz del establecimiento de los “huasipungos”, con la venta de la hacienda
grande, muchos especialmente los más jóvenes, emigraron hacia otros lugares
cercanos, como Ñugro, pero que siempre retornaban a su tierra de origen. Luego
había una hacienda de unas 700 hectáreas comprada por otra familia de Cuenca,
de cuya presencia en la actualidad quedan paredes derruidas y el recuerdo de la
gran extensión en donde casi se hacía uso de las mismas formas anteriores o con
una mínima paga para cuidar el ganado, trabajar en plantaciones de caña de azúcar
y en la elaboración del aguardiente que era llevado a Cuenca a las fábricas
embotelladoras. A veces, relata don Pedro, cuando tenían que reclamar lo hacía
y eran un verdadero temblor, porque se reunían sesenta o más de ellos y acudían
a las autoridades para exigir sus derechos. Dijo que una vez llegaron ante el
mismo palacio de Carondelet en Quito y hablaron personalmente con el Presidente
Roldós, quien les mostró el mejor trato y cariño, gracias a lo cual se les
comenzó a respetar. Estamos hablando del año 1980.
Un
retorno algo difícil
Luego de esta interesante
conversación y de cumplidos los objetivos del grupo con Guido Orellana, emprendimos
el retorno escogiendo el camino que nos habían recomendado, mientras algunos
trabajadores contratados comenzaban, ya a pocos días de las elecciones, a
construir una cubierta de cancha ofrecida hace mucho tiempo, de modo que, si no
existe reelección, volverá a quedar en el olvido, igual que la vía muchas veces
ofrecida, para seguridad de los habitantes, a fin de que sirva también en
invierno, El retorno para nosotros fue tenso y muy difícil, la llamada carretera,
con la lluvia de más de una hora se había vuelto muy peligrosa, y confesamos
que tuvimos temor de algún percance dada su angostura y las pendientes de un
costado, porque en esas circunstancias y por la falta de pericia en el caso, el
conducir se vuelve muy complicado. Pero en fin, hemos sobrevivido para
contarlo. En suma, San Pedro ha sido y seguirá siendo un lugar atractivo, que
merece mayor atención en todos los ámbitos, pues tiene una buena proyección
como lugar turístico, de producción y comercio, pero sólo será posible
mostrando un verdadero interés y de modo permanente por parte de quienes están
obligados a hacerlo, sin demagogia, como es la costumbre actual en Ecuador y
con mística para servir a esos habitantes dueños de una larga historia y
tradición.
Una carretera intransitable. Por allí los niños todos los días. |
César
Pinos Espinoza.
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