jueves, 18 de julio de 2013

REPORTAJE: Isla Puná, un encanto escondido en las puertas de Golfo. II Parte.



El almuerzo estuvo magnífico, se esmeró mi anfitriona, y el precio, $1.50. Le pago dos dólares. En ese momento planeamos  trasladarnos enseguida a Campoalegre, un pequeño pueblo en el centro de la isla. Antes, con Edith recorremos algunos lugares de Bellavista: una escuelita abandonada porque no tenía alumnos (los niños se educan en Posorja, al frente de Puná), un campamento abandonado de la Mamut, empresa constructora de caminos, una capillita, y es todo. Luego voy a la tienda del lugar para comprar un jabón y una pasta dental, y de paso conversar con unas personas que allí conversan alrededor de una mesa de villar. Los veo un poco más tranquilos, pues alguien me dijo que ante mi llegada los pobladores estaban intrigados.

Escuelita de Bellavista abandonada




Una cerveza con el dueño de casa.

Carretera a Campoalegre.


Jóvenes terneritos, dejen pasar...


Playa de Puná.
Señores burritos, dejen pasar...
Entrada a Campoalegre
Rumbo a Campoalegre

A poco llega una camioneta contratada para que nos lleve a Campoalegre; Juan el conductor de unos 25 años se muestra positivo, sería por ver a Edith, quien igual se ve alegre y elegante, ha decidido vestir bonito para salir en las fotos. En la ruta plana y llena de vegetación de montes, algarrobos y ceibos los asnos y el ganado vacuno se cruzan y hasta nos interrumpen sin moverse de la carretera. Los vacunos tienen dueño, no así los asnos.
¿Quiere conocer una finca de un amigo? Nos pregunta Juan. Claro que sí. Entonces bajamos del vehículo y vamos por un camino. Asoma una casa vieja y un hombre de edad que llama a otro más viejo. Es don Manuel, nos pide que le esperemos para cambiarse de ropa, vendrá luego nada cambiado pero sí motivado –lo que es la vida y razón para el “pansexualismo de Freud”, por la presencia de la chica, a quien coquetea y hasta le dice que “lo visite nomás”. Nos invita a caminar, hay una nube de mosquitos bravos, hace todo lo posible para complacernos, nos trae chirimoyas, mangos, limones y brevemente cuenta su historia, se muestra feliz, sin duda está emocionado por la jovencita, seguramente sin conocer el adagio “agua que no has de beber…”; ella no para de sonreír y exhibirse con su shortsito y camiseta color de rosa. Hasta eso los mosquitos “me han logrado”.




Gas, camaroneras y daño ambiental

¿De dónde es usted señor? Me pregunta. Dice que no conoce Cuenca, pienso que a sus 90 años ya es demasiado tarde para conocerla. Decidimos despedirnos y continuar nuestro camino, al paso veo curiosos montones de conchas pero en grandes cantidades que todavía no me explico por qué están allí. Usted es periodista y era que pregunte, dirían nuestros lectores, pues no, hay cosas que uno debe deducirlas. Quizás fue un conchal antiguo. En media hora de camino por la solitaria carretera ya asoma el caserío de Campoalegre. Se trata de un pueblo más grande y habitado que el anterior, tiene muchas casas, negocios, una escuela, capilla, un Centro de Interpretación abandonado y se ve a trabajadores que descansan de su labor en fincas grandes de más abajo cerca de Puná Viejo. 

Centro de Campoalegre

Por allí se produjo un escándalo en torno a la explotación de gas en la isla. Una nota de prensa en 2009 decía: “Campo Alegre, un pequeño poblado de la isla Puná que no cuenta con agua potable y limitado acceso a luz eléctrica se encuentra actualmente desbordado de “nuevos habitantes”. Y es que funcionarios de la Secretaría de los Pueblos, del Ministerio del Ambiente y de Hidrocarburos junto con decenas de militares conviven con la población, según versiones de varios pobladores.  Su objetivo es resguardar las instalaciones del campamento que la venezolana PDVSA ha montado en el centro de la isla, al cual está terminantemente prohibido el ingreso”. Respecto a las camaroneras y fragilidad del ecosistema se decía: “La Isla Puna está invadida de piscinas camaroneras, que ilegalmente ocupan el ecosistema manglar y que actualmente se están legalizando acogiéndose al Decreto 1391 emitido por el Ejecutivo, en octubre el año 2008.  La inmensa cantidad de piscinas camaroneras que pueblan la Isla, apenas ha dejado un remanente pequeño de manglar, lo que significa que la zona es altamente vulnerable.  En las condiciones de la zona y con el impacto de la explotación de gas, la biodiversidad será mayormente afectada. (Blog Corporación Coordinadora del Ecosistema Manglar).

Centro de Interpretación en Campoalegre, Puná.


Junto al Centro de Interpretación: Buenos materiales, buena infraestructura, buenas intenciones...





Típca casa montubia y Don Manuel observando.

Don Manuel enamorado.

Más fotos, un ofrecimiento y la despedida.

Luego fotos por aquí fotos por allá. Edith continúa alegre y comunicativa. Tiene gusto de mostrar la tierra en que nació pero nos pregunta que cuándo regreso a Cuenca y cuándo volveré a la isla. Dice que nunca ha visto a un periodista –tengo suerte y es la tercera vez que me dicen eso en mis recorridos por el Ecuador— pero lo mejor es que ella nos haya acompañado. Le ofrezco que este reportaje lo publicaré en la red y también lo imprimiré en un folleto para obsequiarles en un futuro cercano. 

Desembarco en Posorja.

Ya en la tarde y noche llegamos a Bellavista y temprano voy a descansar en la cabaña, con mosquitos hambrientos de sangre dulce y chivos que se cruzan por allí y “vacilan” en la noche. Al día siguiente muy temprano agradezco la hospitalidad de la familia y le digo al papá que volveré, compraremos un cerdito y los disfrutaremos con cerveza y todo. Quedan contentos y a la espera de mi ofrecimiento. ¿A alguien le gustaría acompañarnos nuevamente?

César Pinos Espinoza.