domingo, 30 de junio de 2013

HEROÍNAS DE AMÉRICA: JUANA AZURDUY



Juana Azurduy de Padilla nació en Chuquisaca. Eso no era nacer en cualquier lugar ya que dicha ciudad, que también recibía los nombres de La Plata o Charcas, era una de las más importantes de la América española. Pertenecía al Virreinato del Río de La Plata desde 1776, igual que el resto del Alto Perú, y en ella residían nada menos que la Universidad de San Francisco Xavier, la Audiencia y el Arzobispado. Tuvo una infancia feliz donde aprendió Quechua y Aymara, ya en su adolescencia, perdiendo a sus padres don Matías Azurduy y doña Eulalia Bermudes, se volvió conflictiva para su tía conservadora y fue enviada a un convento.

En el convento tuvo una actitud desafiante y clandestinamente organizaba reuniones donde aprendían la vida de Túpac Amaru y otros personajes que se revelaron contra los españoles. A los 8 meses de su internado es expulsada y regresa a su pueblo natal. En Chuquisaca conoce a Melchor Padilla, conocedor de los pueblos indígenas, su hijo Manuel Padilla se hace amigo de ella y finalmente se casan, teniendo cuatro hijos victimas del Paludismo. Las ideas de la revolución francesa eran afines en ambas personas, y él forma parte de la rebelión criolla en contra de los españoles en 1809, comandando a los indios Chayanta. Restaurado el poder colonial Padilla es perseguido y su mujer expulsada de sus propiedades.

Azurduy y su esposo, Manuel Ascencio Padilla, se sumaron a la Revolución de Chuquisaca que el 25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas, viendo morir a sus cuatro hijos y combatió embarazada de su quinta hija. El 2 de Agosto de 1814 Juana Azurduy, de 9 meses de embarazo conquistó el cerro Carretas, matando al oficial a cargo español y tomando el sangriento estarte realista. Inmediatamente comienzan sus contracciones y da a luz en el campo de batalla donde nace su cuarta hija. Azurduy lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816. Debido a su actuación, tras el triunfo logrado en el combate de El Villar recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 13 de agosto de 1816. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable. En 1816 recibe el visto bueno del Director Pueyrredón para que Güemes la designe Teniente Coronel con permiso de usar el uniforme militar, el mismo año fue herida en Viluma, su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido de muerte. La cabeza de su esposo fue exhibida por meses en una plaza pública y el 15 de mayo de 1817 Juana al frente de cientos de indios la recuperó. Por tres años siguió con estas tácticas hasta la muerte de Güemes en 1821. Con las expediciones Argentinas del Ejército del Norte Juana ofrece tropas de ayuda al ejército de Güemes estos logrando gran admiración entre los argentinos a tal punto de recibir de propias manos del Gral. Belgrano el sable del poder argentino como símbolo de reconocimiento.

Luego del asesinato de Güemes en 1821, Juana entró en una profunda depresión. En 1825 solicitó auxilio económico al gobierno argentino para retornar a Chuiquisaca. La respuesta del gobierno salteño resultó indignante, apenas le otorgó ‘50 pesos y cuatro mulas’ para llegar a la ‘nueva nación de Bolivia’. Pasó varios años en Salta solicitando al gobierno boliviano, ya independiente, sus bienes confiscados. El mariscal Antonio José de Sucre le otorgó una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Murió indigente el día 25 de mayo de 1862 próxima a cumplir 82 años, en el más absoluto ostracismo y miseria, murió Juana de América. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.


jueves, 27 de junio de 2013

REPORTAJE: CAYMATÁN, UN PUNTO PERDIDO EN LA SELVA.





Caymatán, verdor y aventura en los calientes
Se llega a Caymatán por La Troncal. Es un caserío de Manta Real, recinto costanero azuayo en el límite con Cañar cerca de Guayas; pocos saben que pertenece a Molleturo, y por último, su existencia es ignorada y para el Azuay casi no cuenta. Lo diremos por qué.
Un hecho de 1932 casi ya olvidado
Primero, por allí nunca ha llegado periodista alguno, ni de broma; las autoridades son seres extraños y la gente vive porque Dios es grande. Y esto no es nada nuevo, lo fue siempre, incluso en el fatídico 1932 cuando se produjo una matanza cuyo relato está en el libro de G.H.Mata, “Sanagüin”, editado en 1942, que lo he leído y releído y consultado en los archivos de El Mercurio. A Manta Real y Caymatán hemos llegado por segunda vez doce años después para ver el cambio operado, hoy al recinto lo desconozco, pero el caserío casi no ha variado, parecen ser las mismas casas, los mismos caminos, aunque los hombres y mujeres han migrado, son otros. A Raúl Solís, un joven oriundo de Patul lo encontré hace meses junto con sus hermanas y familiares en un borde de la carretera poco antes de Tres Cruces, me contó que ellos llegaban para vender sus productos en ese sitio cada semana; me dijo que podía ser mi guía hasta su pueblo caminando tres horas y que tenían todo para atenderme en su tierra, pero no pude contactar y opté por entrar desde el lado costanero. De ese modo hace poco llegué a Caymatán, pues desde donde proponía Raúl significa muchas horas de tránsito y esfuerzo para llegar a su tierra, lo que no hemos podido lograr; sin embargo, con lo que vivimos y lo que nos contaron, es más que suficiente para tener una idea clara de esos lejanos lugares azuayos.





Mordedura de serpiente y ausencia de suero antiofídico
Cuando llegamos a Manta Real nos enteramos de que al joven Manuel Puin, de 16 años, dos días antes lo habían llevado de urgencia a Guayaquil para atenderlo de una mordedura de serpiente. La historia es la siguiente: Manuel fue días antes al punto de La Soledad para recorrer el ganado de su familia, al agacharse para pasar una alambrada fue atacado por una víbora que le mordió en el cuello y rostro, también atacó a su perro que murió de inmediato; tomó su acémila y se dirigió por dos horas hacia Manta Real buscando auxilio en el Subcentro de Salud, pero oh desgracia, no contaban allí con suero antiofídico. De inmediato lo trasladaron en una moto a La Troncal y en el hospital de ese cantón tampoco había el referido suero. Una ambulancia lo traslado enseguida a Guayaquil, y cuando yo regresaba de Caymatán dos días después, había fallecido y lo estaban velando en su pueblo. ¿Qué sucede señores de la salud? ¿El suero salvador debe estar sólo en ciudades grandes como Guayaquil o Machala? ¿Desconocen que la incidencia de mordedura es alta en ciertos lugares costaneros y orientales? ¿Han realizado investigaciones al respecto? ¿Será imposible implementar un sistema que salve vidas en fincas y caseríos lejanos, al costo que fuere?
El hermoso y terrible río Patul
Sin siquiera conocerme, doña Rosa, Fanny, Glenda, Jonathan, Patricia y don Manuel me reciben en su casita sencilla y campesina, haciendo honor a la frase “dar posada al peregrino”, conversamos de muchas cosas y emocionaban sus relatos; antes, la gente que me encontraba en el camino me preguntaba a dónde voy, qué voy a hacer, dónde llegaré, en fin, y les llamaba la atención que caminaba sin rumbo y sin destino, pero después también se admiraban de verme conversar familiarmente con algunos campesinos, con bromas y risas. Caymatán es un punto en la selva, un peldaño en ese enorme cañón de siglos forjado por el caudaloso Patul que irrumpe desde Paragüillas en los bordes del Cajas. Más arriba están Tansaray, Chacanseo, Zhucay y Patul. Un día hace ocho años la familia se trasladaba a Manta Real y al pasar por un puente de dos palos resbaló doña Rosa con su tierna Glenda de cuatro años, siendo arrastradas por las aguas; su esposo corrió por las orilla unos 200 metros, y como si fuera un milagro, rescató a su niña casi muerta; doña Rosa sujetó a su hija hasta que perdió el sentido por un golpe en una piedra, pero más abajo fue rescatada así mismo de milagro. Hoy ellos no entienden lo que sucedió y por qué viven todavía. Son los secretos del arcano.




Huelas del eslabón perdido
Cae la lluvia en la tarde, los monos en la montaña protestan, o mejor, festejan el chubasco; ¿Oye cómo gritan?, dice Jonathan (14), y eso no es nada, prosigue: hay osos, venados, ardillas, gualillas, tucanes de varios tipos y colores, el perezoso, pavas del monte, culebras equis y de otras clases, tigres grandes como un perro, la gran bestia…Su padre, don Manuel Paguay, le escucha, le mira, ¿cómo sabrá tanto?, dirá; y es más, relata el joven emocionado, al ver nuestro interés: dicen que han visto al “indio del monte”, un mono grande como hombre, erguido, lleno de pelaje, que pone un brazo junto a un árbol, como observando con curiosidad; la otra vez alguien alzó una carabina, le dio un tiro en el pecho y lo tumbó, huyendo de inmediato por si acaso asomen otros porque parece que no era el único. Qué curioso el caso. El mito Mono Grande registró por vez primera el cronista Pedro de Cieza de León; en 1553 escribió que la población local --seguramente en el Perú--  teme a las “maribundas”, criaturas misteriosas del bosque; de esos supuestos avistamientos se siguió hablando por parte de los visitantes del norte del continente a través de los siglos, dice la crónica. El informe más controvertido es del explorador suizo François de Loys, en 1920, que costó la expedición, pues fue atacado en un río por un par de simios de 5 pies de alto, de caminar erguido, agitando ramas de los árboles; los exploradores dispararon e hirieron a un ejemplar femenino y hasta la fotografiaron.
El proyecto turístico de un finquero
Agustín Galarza, que iba en el bus también al mismo destino desde Cuenca, me invitó a proseguir ese mismo día a su finca en Tansaray, “allá cerquita nomás, a la botadita”, lo que para mí habrían significado unas cinco horas de camino. No acepté la propuesta. En Caymatán observamos la escuelita “Seis de Enero”, descuidada en los días previos al inicio de clases, después, Patricia Paguay me contó que el maestro había comenzado sus labores con seis niños, son pocos, pero creo que mientras hayan niños se justifica, y que en las otras localidades más arriba también hay escuelas, lo que sucede es que se construyeron las dos aulas pensando que habrían más alumnos. “Antes había aquí más gente”, dicen. Veo que de Caymatán casi todos han emigrado, ni los muertos se han quedado, porque su cementerio está abandonado, tiene unas pocas tumbas muy viejas, sin embargo, la  belleza natural de esos lugares es incuestionable. Wiberto Ochoa en Manta Real nos invita a su finca y nos cuenta sus proyectos, quiere organizar su estancia destinada a turistas; las aves y los animales silvestres por allí son mansos y el lugar puede constituirse en un gran atractivo a nivel nacional e internacional. Su padre, don Miguel Ochoa tuvo una hacienda más arriba hace algunas décadas y su hijo se ha quedado definitivamente porque le gusta ese ambiente, es un aventurero solitario y profundo conocedor de la selva y el cultivo de cacao, sus jóvenes hijos llegan de vez en cuando para visitarlo, y “talvez uno de ellos quiera venir y encariñarse con el medio”.
Cuando me dispongo al retorno, recuerdo y veo todavía en las miradas de mis anfitriones en Caymatán una especie de interrogante, creo que siguen sin comprender por qué llegué y para qué, mientras de mi parte no entiendo por qué me salió todo bien y estuve en la casa precisa, de gente buena, sencilla, humilde, saboreando lo que ellos producen, que es su pan de cada día. Creo que volveré.

César Pinos Espinoza
www.proyectoclubesdecomunicacion.blogspot.com


EL CASO DE LAS CIUDADAES FANTASMAS CHINAS






Crecimiento exorbitado
En China, el país con mayor población del mundo (1.4 mil millones) hoy en día se está dando un fenómeno poco usual y ciertamente curioso: se están construyendo ciudades completas, que incluyen apartamentos, centros comerciales, estadios, hoteles, carreteras y toda la infraestructura necesaria para considerarse como metrópolis, pero con una carencia muy llamativa: gente. Hoy en día están prácticamente deshabitadas.
Este fenómeno, por el cual se construyeron y se construyen hasta 10 nuevas ciudades por año, se da en muchos lugares de China actualmente (Kangbashi, Chenggong, Zheng Zhou, por nombrar algunas) y ha surgido de características inusuales de cada una de estas regiones. En primer lugar, dicen los expertos, se encuentra la gran inversión que ejecuta el gobierno chino en construcción e infraestructura. En muchas de estas regiones, los habitantes han obtenido un crecimiento exorbitado debido a la venta de sus tierras a la minería, lo que ha creado un florecimiento económico desmesurado, que se ha reflejado en un “boom” de la construcción, llegando a construirse miles de apartamentos en diferentes zonas esperando a ser habitados algún día.

Una razón, la distancia.
Pero, ¿por qué es que muchos de estos nuevos edificios quedan deshabitados? En el caso de Kangbashi, que se encuentra a tan sólo 25 kilómetros de Dongsheng (un distrito urbano) se construyó una infraestructura capaz de albergar a un millón de personas. Sin embargo, debido a que la distancia entre ciudades es tan corta mucha de la gente decidió no trasladarse, razón por la cual hoy en día existe en esta ciudad fantasma poco menos de 30 mil personas. En el caso de Chenggong existen múltiples edificios de apartamentos y muchas construcciones gubernamentales, pero toda la infraestructura se encuentra a 20 minutos de la ciudad de Kunming, por lo que mucha gente prefiere vivir en dicha ciudad.

Millones de apartamentos vacíos
Muchos dicen que el gobierno chino, en su anhelo de mantener un crecimiento económico constante, ha sobre estimado la capacidad de consumismo y las necesidades de infraestructura de su población, dando como resultado grandes áreas urbanas que no son aprovechadas por nadie. Se calcula que un 70 por ciento de las nuevas unidades que se construye está deshabitado, con más de 64 millones de apartamentos vacíos en toda China. Una burbuja inmobiliaria como nunca se había visto antes, y que ya lleva un par de décadas en constante crecimiento.
  
Curiosidad Extra: En China, todo es y ha sido de dimensiones colosales. La Gran Muralla China, construida en la frontera entre China y Mongolia, posee una longitud total de 8.851,8 Kilómetros. Mide de 6 a 7 metros de alto y tiene de 4 a 5 metros de ancho. En su construcción han perdido la vida más de 10 millones de personas.