martes, 24 de febrero de 2015

"Viaje al fin del mundo", lanzamiento este viernes 27 de Febrero.

Se trata de un viaje real y en la historia hacia el cono sur para recordar los diversos acontecimientos ocurridos, las alegrías y desgracias de los pueblos, los paisajes hermosos y las costumbres de los habitantes. Se trae a la memoria la extinción de algunas etnias, la organización de otras, los acontecimientos como la Guerra del Pacífico, la Guerra del Chaco y la invasión peruana a territorios ecuatorianos.
"Viaje al fin del mundo" es una obra escrita con estilo periodístico y lenguaje sencillo, especialmente para motivar a los jóvenes a conocer nuestro pasado, a viajar y a interesarse por lo que a nivel mundial nos identifica.
 
El autor es periodista y freelance que ha dedicado los últimos años a viajar por todo el Ecuador y por los pueblos de Perú y Chile.
 

domingo, 15 de febrero de 2015

Reportaje: La Batalla del Portete, los miradores de Pan de Azúcar y Masta



Publicado en Diario El Mercurio el 2011/03/09.                         

A partir de la panamericana sur en el km 25 comienza la aventura. Tomamos un ramal por el Templete del Portete con dirección a las antenas, pero nos detenemos dos kilómetros más allá ante la vista occidental impresionante del cerro llamado Pan de Azúcar. Por fin estamos cerca del objetivo de hace años y lo vemos factible de coronarlo.
 

Desde el Pan de Azúcar se ve todo

El silencio del lugar es impresionante. Las aves con su lenguaje matizan el paisaje de arrayanes, helechos, moras, joyapas y otras especies que son el escenario perfecto para meditar. Más allá veo pastos verdes y vacunos. Atravieso una alambrada y asciendo poco a poco hacia la primera terraza inferior hasta llegar por fin a la cima, un espacio de unos trescientos metros cuadrados cubierto de tupida vegetación.
 
Así, al fin hemos llegado al más impresionante mirador en aproximadamente 45 minutos desde la carretera. De aquí hacia el norte se domina toda la planicie de Tarqui hasta unos 15 kilómetros de distancia, al término de la cual se divisa al Francés Urco, recuerdo de la Misión Geodésica Francesa, cuyas hazañas narra bellamente la escritora de origen francés, Florence Trystram, en su “Diálogo con las estrellas”, autora –que entre paréntesis–, jamás estuvo en estas tierras.
 
 

Guagua gallinazos de cabeza colorada
 
Hacia el sur, la visibilidad es casi total. Vemos muy cerca El Verde, La Cofradía, el estrecho valle de Girón, luego las partes altas de Yunguilla, y bien al sur, las alturas de Manú, Yulo y Guanazán, en territorio de las provincias de El Oro y Loja. Yo no sé si es el famoso cerro de Paltacalo el que veo, pero es importante por la teoría de Paul Rivet y el hombre más antiguo de América; también porque por allí reside una hermosa chica italiana llamada Dorotea. Bien, y aterrizamos.
 
Hacia mi derecha con dirección sur está el Filo de Sombrereras, abajo el Filo de Celata y lejos las alturas de El Chorro. Está pendiente la exploración de esos parajes. Al otro lado, las elevadas lomas de Manzano, Tamborloma y Rodeo. Nada más espectacular. Panorama inigualable. “Del Pan de Azúcar, un pariente mío llamado Samuel, sacaba cobre y azufre, y antes allí habían guagua gallinazos de cabeza colorada”, me contaba días atrás mi amigo don Miguel, de 84 años a cuestas. Esto me ha dejado intrigado.
 
 

La posición militar más formidable
 
Históricamente hablando, el Parte de Guerra, Boletín No. 3, del Jefe de Estado Mayor General, León de Febres Cordero, del 27 de febrero de 1829, desde Cuchipirca (San Vicente), luego del triunfo del Portete, decía: “En el sur de Colombia (la Gran Colombia), y tal vez en la América, no se halla una posición militar más formidable que el Portete de Tarqui.
 
Por la derecha e izquierda, cerros de una elevación proporcionada y coronados de chaparrales y en algunas partes un bosque algo espeso…” Pero si esta descripción de el Portete, que a no dudarlo es de El Pan de Azúcar –la parte más elevada–, es de hace 182 años, mucho tiempo atrás, antes de la llegada de los incas y durante el dominio cañari, el punto en referencia debió constituir con toda seguridad, algo excepcional, no hay duda de que fue un adoratorio sagrado, que hoy está abandonado y no recibe el cuidado y la investigación científica debida por parte de las entidades culturales de la región y el país, tal como anota el arqueólogo Jaime Idrovo.


Una obra histórica muy interesante
 
Cuento a partir del Km 24 –inicio del Portete– hacia el sur, alrededor de veinte grandes cruces, señal evidente, no de una simple creencia religiosa, sino de que por allí se produjo alguna vez un terrible acontecimiento. Así lo confirma el P. Julio María Matovelle, en su testimonio “Paseo de Vacaciones”, de sus “Obras completas”, cuando estuvo de paseo en el lugar, 43 años después de la batalla del Portete.
 
Esta es la séptima vez que visito las partes altas y bajas del Portete. La intención era conversar con los campesinos viejos y jóvenes, tomar fotografías, reflexionar y relacionar documentos que a la postre nos lograron conducir con el mayor acierto posible hacia la meta de nuestro libro “La Batalla del Portete, Argumentos y Memorias”.
 
 

¿Es que estamos muy ocupados?
 
Prosigo hacia el sur y encuentro otro monumento natural, el cerro de Masta, en la parte más alta del filo del mismo nombre. Seguramente las personas que pasan a cada momento en sus coches por la carretera, lo miran y nada más. No se fijan en los detalles que podrían esconder esos lugares: tradiciones, leyendas, historias, espectáculo de la naturaleza.
 
Girón en la actualidad, una ciudad hermosa. Hace 186 años un pequeño caserío convertido en un enorme cuartel.
Será que el temor a fallar en la conducción de un vehículo y por la rapidez de hacerlo, priva a los conductores de pensar en las cosas verdaderamente importantes y maravillosas que brinda la observación detenida y silenciosa; otra cosa es estar ubicados en un punto de altura, callados por completo, escuchando los sonidos del silencio, observando y leyendo el libro sagrado de la naturaleza y del paso del tiempo. A veces nos cuesta imaginar y hacer retrospectiva, para dar rienda suelta a esa imaginación, maravilloso don que a veces está guardado y sin uso. ¿Es que estamos muy ocupados?

Historias de gemidos, trompetas y gritos
 
Por allí cerca están, Zapata, un pueblo con el nombre del famoso guerrillero mexicano asesinado en una emboscada en 1919, y su gente, más mujeres que hombres, porque los varones se fueron lejos de la patria a trabajar, abandonando lo más preciado, sus niños; Pucucari, famoso por la Fiesta de Toros; La Cofradía, con un nombre que dice mucho; El Verde, con su escuelita “Mariscal Sucre” y las historias de gemidos, trompetas y gritos en la noche, de pailas de bronce encontradas y restos de fusiles, bayonetas, espuelas, herraduras, balas, placas y banderas; Santa Marianita y su vistosa capilla; sitios donde no quedan ni huellas de haciendas del pasado, con anécdotas chistosas como la del señor que tomaba café en un jarro por el lado opuesto de la agarradera; las grandes cruces que se veneran y se cuidan cada Semana Santa, no se sabe desde cuándo; Cuchipirca y el Puente Camacaro, en donde dicen, fue levantado en vilo el mulato venezolano de Tocuyo, Comandante llanero Camacaro, por la lanza fuerte y experta del Coronel peruano Nieto, más tarde Mariscal en su país y luego muerto con disentería; Pambadel, de recuerdos, según dicen algunos –que pueden ser traumatizantes– por aquello de la hacienda en donde se firmó el Tratado el día 28; y por fin Girón, pueblo hermoso, de portales con historia larga y modernidad, de alegrías y lágrimas, de pujanza, de todo, porque de todo hay en la viña del Señor.
 
Motivamos para este tipo de aventuras
 
Miren…unas horas de éxtasis en lugares tan interesantes, que valen para todo, incluso para revivir épocas pasadas, o para saborear un bocado, al tiempo que se conversa de tantas cosas y se recuerda lo frágil y efímero del ser humano, teniendo al frente enormes promontorios graníticos milenarios y verdor inmenso, diferente de las urbes llenas de vehículos, bulla, contaminación, paros, protestas y preocupación, siempre a las espera de que llegue el momento de decir, “gracias a Dios ya es viernes”.
 
¿Por qué no promocionar este tipo de aventuras, en orden, con respeto, con objetivos elevados y claros? En el Azuay y la región existen múltiples lugares igual de excitantes y hermosos: El Shalo y el Mirador en Pucará; Paltacalo en Guanazán; la Piedra Movedora en Huasipamba, etc. Seguiremos acudiendo a esos altares, para estar a la expectativa de los confines naturales y de nuestro propio interior. Para eso sirven estos singulares balcones del Planeta.

César Pinos Espinoza
cesarpinose@hotmail.com

domingo, 8 de febrero de 2015

Relatos de un caminante: El ganado perdido.




El ganado perdido

En un rincón de la feria de ganado de Atuntaqui  me siento a observar -como dice Piero- a la gente pasar. Cuadros y escenas de todo tipo. Ir i venir de campesinos, comerciantes y ganado. Pongo atención a las emociones y actitudes de los vendedores y compradores, humano proceder ancestral que casi no es nada nuevo.

Por allí unos niños lloran de hambre porque su madre está concentrada en el negocio  y no los atiende.  Más allá dos indios veteranos conversan no del todo amablemente, más bien con ciertas formas de amenazas, que con sus rostros contraídos se vuelven un serio peligro de incidente violento. Cerca de mí un hombre joven trata de convencer a otro para que le compre una vacona, ponderando las características del animal y las ventajas en cuanto al precio.

De todo se ve. Ventas ambulantes, puestos de comida, ruido de camiones que llegan y se van con ganado, bulla rebelde de cerdos al subirlos y bajarlos de camionetas, es decir, una auténtica feria.

Un poco más allá de donde observo está un hombre con sombrero y botas. Observa el panorama. Se ha dado cuenta de que los indios de una comunidad compran ganado, se acercan a un sitio, lo amarran en estacas y se van para seguir negociando.  Así varias veces, de modo que ya tienen reunidos unos cinco o seis animales. El hombre del sombrero y botas actúa de inmediato.  A los negociantes que pasan por el lugar señala las cabezas de ganado y les ofrece en venta. Expresa que las vende de oportunidad porque tiene que viajar urgentemente. Se acercan dos compradores, pactan en un precio barato, pagan y el hombre de sombrero y botas se marcha. Los compradores conversan, se ven contentos, miran de nuevo a los animales y con una risa de triunfo festejan el negocio.

A poco llegan los verdaderos dueños, tratan de desamarrar las ataduras de sogas para llevar a un camión pero ¡oh sorpresa!  Ya han sido vendidos, mejor dicho, revendidos y se arma la grande.  Todo es confusión y comienza la trifulca. Se acerca un policía y pide que se calmen y expliquen lo sucedido.  Hasta eso el hombre de sombrero y botas ya ha tomado su vehículo y está lejos del escenario ganadero. Nadie lo vio, nadie lo conoce. Posiblemente no lo volverán a ver nunca más.

César Pinos Espinoza
cesarpinose@hotmail.com

lunes, 2 de febrero de 2015

Del libro "Historias y sucesos": "Todo el mundo es basura". Historia en la Floreana.

"Todo el mundo es basura"
¿Qué se producía en la isla? Carne, café, azúcar, sal, todo lo que llegaba a la mesa era de producción propia. "Muchas veces se me ocurre pensar en la naturalidad con que se acepta la existencia de todos estos artículos cuando se vive en medio de la civilización. Lo poco que piensan los hombres en la cantidad de trabajo, cuidados y esmeros que cuesta preparar todo esto, la de fracasos y malas cosechas que hay que superar para producir el poquito que se ve en una mesa en la que se sirve el desayuno", expresaba Margret.

 
A Inge en la Navidad le regalaron una hermosa muñeca elaborada por su papá, pero al recibirla se sintió decepcionada, habría preferido un machete, una pala o un rastrillo. Cuando llegaron los vecinos Conwey ella les mostró un cestillo de mimbre con unos polluelos recién salidos del cascarón: "Esto sí es lindo", dijo.
Se enteraron de la guerra en Europa y se intranquilizaron. Aparecían barcos de guerra norteamericanos cerca de Floreana. Heinz se preparó para alistarse en 1940, pero le dijeron que esperara una llamada. La familia alemana Angermeyer fue expulsada de Santa Cruz. Los Conwey, norteamericanos, salieron de la isla y se fueron a Estados Unidos y el marido a una base de Seymour. Esa pequeña isla se convirtió en base militar con todo lo imaginable. "En Seymour la nueva vida ha caído como un animal salvaje. Pierden toda noción de medida. Se dejan arrastrar por la fiebre del dinero, no se contentan con reunir lo necesario para pasar una vida modesta y decorosa. Arrojan los dólares tan rápidamente como los reciben. Sencillamente no saben qué hacer con tanto dinero", anota Margret.
 
 
En el artículo "Sobreviviente al estilo Galápagos", en "Estampas", del domingo 8 de mayo de 2005, se decía que Friederich Ritter, médico berlinés, ansiaba escapar de la decadencia de Alemania de los 30. Creía que todo el mundo era basura. Soñaba en una isla lejana y tranquila.

 
A Floreana, una de las islas de Galápagos, a mil kilómetros de las costas de Ecuador, en el siglo XIX vino un marino inglés, Patrik Watkins, como el primer habitante. Entre las cenizas de la lava cultivaba verduras y frutas que intercambiaba con licor de los visitantes. A veces capturaba a marineros y los convertía en sus esclavos. Pat se pasaba casi siempre ebrio. La última vez que se supo de él había remado los mil kilómetros a las costas de Ecuador ayudado por marineros.

Versión original: "Floreana, lista de correos".
Margret Walbroel de Wittmer.

Libro "Historias y sucesos". César Pinos Espinoza