lunes, 1 de julio de 2013

Hace cien millones de años…





Para ese instante del tiempo el hombre todavía estaba en la mente de Dios. La época de los grandes imperios, de las dos terribles guerras, de la criminal bomba atómica y la soñadora era espacial, sólo eran un proyecto a larguísimo plazo. A no dudarlo, toda esa inmensa zona hoy llamada Puyango, con un paisaje no imaginable, se delineaba apenas como algo borroso dentro de gran esquema de cuatro o cinco mil millones de años del origen de la Tierra.
La ruta desde Arenillas
El 4 x 4 acelera su marcha. Atravesamos Pasaje de las Nieves; Santa Rosa, la mártir y Arenillas, hasta llegar a una encrucijada. No hay para perderse, todo hasta ese punto es una magnífica vía, por muchos detalles: mesa de rodadura muy bien construida, señalización y paisaje interminable de bananeras. Sólo preocupa en una parte el tráfico intenso y la velocidad de los vehículos. Pero hay que estar muy despierto y atento. A partir de un redondel mal hecho, el asunto cambia. Han comenzado a asfaltar hacia Puyango, pero habrá que esperar algún tiempo para que esa obra concluya. Hace doce años era una vía aceptable, pero se ha destruido mucho y sólo ahora se han acordado de que la zona es importante, estratégica, rica y hermosa.
Un gran letrero dice “Bosque petrificado de Puyango”, pero este anuncio y otros pequeños antes del lugar, nos parece que son de hace muchos años y también casi se han petrificado. Pasamos por Palmales y La Victoria. Hacia la izquierda un puente invita a atravesarlo con rumbo a Loja. Alguna vez lo hicimos con amigos periodistas hasta una casita pequeña en donde escuchamos en un radio viejo canciones de Segundo Rosero, como la que dice: “Tu fuiste mi gran amor / Y yo no sé qué paso…” Otras veces llegamos a Alamor, tierra de hermosas mujeres, a Limo para tomar puro con miel de hormigas y a Mercadillo, lugar donde veneran la imagen del Señor de Girón, de lo cual la gente de ese pueblo conoce una historia. 




Un poco de historia
Ingresamos en el área del bosque en referencia por un asfaltado de la época del Jurasic Park, conduce a uno de los lugares más preciosos del país y del mundo. Es santuario de inmenso valor de millones de años y de naturaleza viva actual y futura, para tranquilizar el espíritu, para imaginar, para soñar.
Gloria Rentería, es la chica que nos guía, nos enseña muchas cosas, pero olvida que llovió a cántaros la noche anterior y nos conduce justo por terreno fangoso en donde el 4 x 4 se hunde. Gracias a Laurent, un muchacho francés que nos acompaña, el vehículo se hace sentir y “sale por sus fueros”. Ahora todos estamos contentos y festejamos, aunque enlodados hasta la nuca.
Un poco de historia: en 1941 durante la infame invasión peruana, varios soldados murieron en un sitio por ahí, no se sabe su procedencia, pero quedó una vieja cruz, hoy caída y un rótulo que dice “Al soldado desconocido”. En 1971 un profesor, investigador como pocos, Alonso Campoverde, fue el primero en descubrir el bosque petrificado. Falleció en 2002 y pasó a la historia. 
“Tesoro del Patrimonio Cultural del Ecuador”
El Bosque petrificado de Puyango ocupa más de 26 mil hectáreas, es un yacimiento de fósiles marinos y madera petrificada, el más antiguo de América del Sur, “Tesoro del Patrimonio Cultural del Ecuador” que se encuentra administrado por los gobiernos provinciales de El Oro y Loja y los gobiernos municipales de Puyango y Las Lajas.
Es difícil imaginar que toda esa enorme zona tuvo alguna vez, hace más de cien millones de años, un paisaje completamente diferente, agresivo, aterrador e invivible para un ser humano. Sólo sobrevivieron, como piedra, grandes troncos y la impronta de animales y vegetales de épocas paleontológicas, posiblemente cuando los grandes mamíferos reinaban en ambientes que sólo Steven Spielberg podría recrear.
Me encuentro asombrado. Los troncos están regados por todas partes. Alguna vez fueron árboles gigantescos. El más grande mide 2.4 metros de diámetro y tienen una antigüedad de 65 y 500 millones de años. Los fósiles vegetales y especies marinas como conchas y almejas, se quedaron para siempre retratados en la piedra. La quebrada de Sábalos, en cuyas mansas aguas me acosté cansado y sudoroso un día hace años, hoy se muestra agresiva y arrastra agua turbia de las alturas, mientras las aves más diversas cantan en un concierto sin par y a lo lejos un mono aullador rechaza nuestra presencia.



Fauna y flora increíbles
La fauna actual del bosque está conformada por mamíferos, anfibios, reptiles, peces y más de 130 especies de aves en un ambiente de entre 700 y 3 mil m.s.n.m. En cuanto a la flora hay araucarias de gran tamaño y longevidad y una gran cantidad de plantas medicinales, como la famosa “uña de gato”, pero ojo, por si acaso, de aquí no sale absolutamente nada. Por ejemplo, un árbol gigantesco tiene cerca de cuarenta metros de altura, un diámetro de siete metros y vive ya alrededor de 150 años. Seguirá siendo con seguridad testigo mudo y verá el paso de unas cuantas generaciones más de turistas, curiosos, fotógrafos, camarógrafos, estudiosos y periodistas, quizá hasta el fin de los tiempos.
Es evidente que el Ministerio de Turismo no le da al lugar la importancia que se merece. Cerca del sitio no se consigue ni una cola, peor un seco. Si hablamos de la vía que une al punto con Arenillas, de su señalización y de la difusión a nivel nacional, especialmente para que lo conozcan estudiantes secundarios y universitarios de todo el país, todavía nada. En la actualidad la caminería, lugares de observación y la señalización están muy bien, igual que la instrucción que ofrece nuestra guía, pero eso no es todo. Quisiéramos que la gente que habita por allí saque provecho del turismo para que viva mejor, en orden y con organización; que el bosque se constituya en un templo de enseñanza para millares de estudiantes y estudiosos, gran porcentaje de los cuales, por falta de motivación, creen que todo está en la ciudad y que sus falsos valores son los únicos que cuentan.
¿Quién motiva a las nuevas generaciones?
Retornamos a prisa. El cielo amenaza tormenta y ya sabemos que en esta época San Pedro abre las llaves y cierra los caminos. Veo interés en Gloria de que digamos algo. Había que decirlo. Desde Cuenca 370 kilómetros, desde Arenillas 45. Vale la pena y mucho. Tenemos la impresión de que todavía hay  bastante que descubrir del Bosque Petrificado de Puyango. Poco o nada se ha dicho aún de la presencia de grandes mamíferos en esa extensa área, menos del paso del hombre, que aunque reciente en la gran historia paleontológica del planeta, tiene que haberse dado. Quizá ya nacieron los nuevos arqueólogos y científicos ecuatorianos, pero a lo mejor todavía no conocen el Bosque. ¿Quién les muestra el camino? ¿Quién los motiva? Son las preguntas que quedan flotando.

César Pinos Espinoza