viernes, 10 de octubre de 2014

1. Encuentros cercanos de primer tipo.

LA MISMA PUERTA, LA MISMA ARMELLA.


El esposo volvió un mes después de su fallecimiento. Ella, valiente y con decisión le dijo: “por favor, ya no venga, déjeme la vida en paz”. Y no volvió jamás. Sin embargo, aquel hombre querido y bueno, vuelve cada vez a los sueños de su hijo, 30 años después de haber partido. Años atrás, la mujer una madrugada despertó sobresaltada y llorando. Su hijo le preguntó qué le sucedía. Mi mamá ha muerto, expresó, acaba de estar aquí, me destapó y me dijo, “y tú durmiendo”. A las 8 de la mañana llegó de un pueblo donde trabaja su esposo. Vestía de negro. ¿Ha muerto mi mamá verdad? Dijo la mujer. En un lugar muy distante, en efecto, el día anterior había fallecido.

HACIA EL PUNTO DE LA ESCOBA HABÍA LA GRADA EN REFERNCIA.

Este tema es motivo de estudio, discusión e inclusive de aceptación por parte de filósofos y pensadores que no aceptan únicamente los pronunciamientos de la ciencia y la investigación metafísica. El tema incluye una serie de casos que provienen no solamente de hoy sino desde la antigüedad, y no puede equivocarse ni especular tanta gente. Una pensadora muy importante nacida en Ucrania, Helena Blavatsky, en su obra “Isis Sin Velo”, recoge las expresiones de William Crookes (1832-1919), quien luego de sus investigaciones con un grupo de individuos, dice:

“Los fenómenos presenciados personalmente por ellos, eran auténticos y de imposible simulación, por lo que no había más remedio que admitir la actuación de una fuerza desconocida”.
“No les es posible afirmar si los fenómenos tenía por causa la acción de espíritus desencarnados, o entidades análogas, pero que eran innegables y contrariaban muchas hipótesis establecidas, así como también las leyes naturales”.
“Que no obstante la combinación de esfuerzos para invalidar los fenómenos, hubieron de cerciorarse de su indisputable realidad, vislumbrando en ellos una fuerza natural, de ley todavía ignorada”. (Isis Sin Velo. H.P.Blavatsky. T1. Pág. 78).

LA GRADA Y PASAMANOS HOY LUCEN CASI IGUAL.

Hace 60 años se cometió un triple asesinato en el que perecieron por armas de fuego personas, entre ellas un juez. Al abogado lo velaron en la oficina donde trabajaba y luego de su entierro el caso se sepultó en el olvido poco a poco. Pero, pasados dos meses, no hay duda que volvió el individuo, y aquí el relato. Serían las 9 de la noche cuando se produjo un hecho inexplicable, no trascendió en el pueblo pero sí preocupó a dos niños de los cuatro de aquella vez. Los niños se aprestaban a descansar en la que fuera oficina y cuarto de velatorio. Su cama era un par de colchones y cobijas dispuestas en el piso, muy cerca de la puerta de entrada. Sus padres se despidieron de los cuatro menores, dejaron una vela encendida en el piso y bajaron las gradas para dirigirse a otro cuarto para descansar.

PASAMANOS Y GRADAS CASI SIN CAMBIO ALGUNO HOY.

Casi cerraba los ojos el mayor de los hermanos, su hermano y hermanas ya dormían, la conversación entre ellos se había agotado. Apagó la vela y trató de evitar ese humo que queda de la mecha. Sueño de niños, rápido y despreocupado. Pero instantes antes de pegar los ojos, en medio del silencio total, de pronto escuchó un sonido, alguien abría la puerta de una pequeña bodega adyacente ubicada fuera del cuarto, y se escuchó pasos lentos de bajar de escalera, uno, dos, tres. El chico escuchó el sonido y quedó petrificado, se tapó la cabeza con la cobija, abiertos los ojos, empezó a sudar copiosamente. En el piso el extraño dio tres pasos y se aproximó a la puerta del dormitorio. Tocó la armella y abrió levemente la puerta que no había quedado asegurada. Instantes de terror para el niño. El extraño husmeaba el interior. Fueron segundos eternos, talvez seis o siete. El sudor frío y la parálisis del cuerpo le dominaban. El visitante cerró la puerta, soltó la armella y se dirigió a la grada, uno, dos y tres escalones. Mientras pasaban los minutos luego del suceso, el niño tuvo una noche eterna, pero quizás el cansancio de los juegos del día y su inocencia, le sumieron en profundo sueño.


“No han podido todavía los científicos comprobarlos a su sabor ni descubrir las condiciones necesarias y suficientes para su producción porque ello requiere un estudio tan profundo de la trina naturaleza física, psíquica y espiritual del hombre, cual en otro tiempo lo hicieron los magos, teúrgos y taumaturgos”, dice H. Blavatsky. 
 
Si lo que relato es cierto, también serán ciertos centenares y miles de casos del presente y el pasado. ¿Por qué no? Si lo nuestro no es un invento, ni producto de la imaginación sino una vivencia extrema, ¿qué decir de otros?
Al día siguiente del hecho, a pedido desesperado del muchacho, el padre les destinó a dormir en un cuarto cercano del mismo piso, y coincidencia o no, se repitió la experiencia, pero esta vez lo escuchó su hermana mayor de 11 años. Dicen que los niños y los locos jamás mienten. ¿Por qué habrían de mentir sobre algo tan extraño?

PRIMERA PUERTA DE LA DERECHA, DEL CASO POSTERIOR.

En la misma casa, cuyas fotos hoy ilustran esta referencia, diez años después se dio algo similar. Aquel niño ahora grande, una noche volvía a su casa de un lugar lejano del campo en horas de la madrugada. Abrió el portón principal y en completa oscuridad subió las gradas tanteando las paredes y pasamanos y se dirigió a un cuarto ubicado hacia atrás en donde dormía su hermano menor. Golpeó la puerta y le respondió, abriendo la entrada, diciendo: “¡Pasen! Allí en el rincón hay una cama”. Esa expresión ¡Pasen! confundió un tanto al recién llegado pero no le dio mucha importancia en ese momento y se acostó a dormir. Al día siguiente, lo primero que le preguntó el hermano fue, ¿En dónde está el otro que vino anoche contigo? Yo lo vi tras de ti, aseguró.

Hemos vuelto a esta casa hace unos días. Su aspecto general no ha cambiado mayormente, salvo algunos detalles y restauraciones, pero pisos, gradas, pasamanos y puertas son los mismos. La hija del dueño actual tiene curiosidad por nuestra presencia, pero le explico y se tranquiliza. Todavía se producen sonidos, me dice, “juegan niños con una pelota en la grada a la media noche, se oye pasos, abren y cierran puertas. A veces nos atemorizamos y por ello la hemos hecho bendecir con un cura. La casa tiene cosas raras. No sabemos qué será”.

César Pinos Espinoza
cesarpinose@hotmail.com