Oseas se sentía bastante desanimado. Acudió a
Dios y este le dijo algo muy extraño: "quiero que te cases. Creo que Oseas
debió de animarse al oír eso, porque era soltero, y Dios le dijo: "te he
escogido a una amiga. Cuando mencionó el nombre de la muchacha, a Oseas le
latió el corazón con fuerza, porque el nombre de la joven era Gomer, la
muchacha más hermosa de Israel y Oseas estaba realmente interesado.
Pero Dios le dijo: "Quiero que sepas la
historia entera de esta joven, te va a ser infiel, de hecho, se convertirá en
nada menos que en una vulgar prostituta. Pero a pesar de todo quiero que te
cases con ella. No cabe duda que Oseas debió sentirse profundamente intrigado
por el extraño mandato de Dios, de igual manera que se debió sentirlo Abraham
cuando Dios le mandó que cogiese a su hijo y le matase, que matase a su propio
hijo. En ocasiones Dios hace cosas extrañas, cosas que nosotros no entendemos,
que no podemos clasificar, cosas que no parecen encajar con lo que creemos que
sabemos acerca de El. Y esa es una de esas cosas extrañas. Dios le dijo a
Oseas: "Quiero que te cases con esta muchacha, que se convertirá en una
ramera, en una prostituta corriente y común, pero tendrás tres hijos, dos niños
y una niña. Y cuando nazcan quiero que me dejes que sea yo quien les ponga los
nombres. Tal vez en esos momentos Oseas comenzaría a entender algo de lo que
Dios estaba haciendo. Sabía que en Israel era la costumbre enseñar por medio de
señales, Dios usaba con frecuencia este método para instruir a su pueblo, y que
los nombres eran muy importantes. Dios usaba con frecuencia los significados de
los nombres para enseñar a Israel ciertas verdades y en aquellos momentos Dios
planeaba usar a este profeta y a su familia como una lección objetiva para su
pueblo.
Así que Oseas fue a hacerle la corte. Y ¿cómo no?
Gomer se sintió atraída por aquel muchacho tímido y al final él se armó de
valor y le pidió que se casase con él. Ante su gran alivio la muchacha accedió
y se casaron. Al principio su unión fue como el cielo en la tierra. Oseas amaba
a esta muchacha. No se puede leer esta profecía sin darse cuenta de ello.
Debieron ser inmensamente felices juntos, y luego tuvieron su primer hijo, que era un niño, tal y como
Dios les había dicho. Oseas rebosaba de felicidad y acudió a Dios para que le
dijese qué nombre debía ponerle a su hijo: "¿cómo debemos llamarle? Ante
su sorpresa, Dios escogió el nombre Jezreel, que quiere decir "naufragar”,
un nombre vergonzoso en Israel.
¿Recuerdan la sangrienta historia de la reina
Jezabel y de Acab? Acab engañó a su vecino, le quitó su propiedad y le robó su
viñedo y Jezabel fue la reina malvada que le hizo hacerlo y por Dios la juzgó.
Un día estaba ella mirando por la ventana, desde el piso alto, cuando Jehu, un
general, que estaba en el patio, ordenó a los criados que tirasen a Jezabel por
la ventana, cosa que hicieron. Ella quedó muerta en el suelo y los perros se la
comieron, y desde entonces ese patio fue conocido con el nombre de Jeezrel (2ª
Reyes 9:30-37)
Con el paso del tiempo le nació una hija, a la que pusieron por nombre Lo-rujama
que significa "persona a la que no se le tiene ninguna lástima o compasión”.
Imagínese lo que es ponerle un nombre así a una hija suya. Quería decir que
Dios ya no tendría más compasión de su pueblo si seguían en su postura de
rebeldía obstinada porque se le estaba acabando la paciencia. Cuando la niñita fue destetada, Gomer concibió
de otro niño y Dios le puso por nombre
Lo-ammi, que significaba "no sois mi pueblo y yo no será vuestro Dios”.
Después de esto ya no hubo más niños en la casa
de Oseas y Gomer comenzó a cumplir la triste predicción, que había hecho Dios
cuando le dijo a Oseas que se casase con ella. Qué terrible sufrimiento debió
causarle a este joven predicador escuchar los rumores que comenzaron a circular
acerca de su esposa y sobre lo que sucedía cuando él se ausentaba y se iba a
predicar a otros lugares. Hasta es posible que sus propios hijos hiciesen
inconscientemente algún comentario acerca de los hombres que iban de visita a
la casa cuando el padre estaba ausente y no pasó mucho tiempo antes de que los
niños quedasen sin atender mientras Gomer se pasaba todo el tiempo acostándose
con todos aquellos hombres.
Un día Oseas llegó a su casa y se encontró una
nota de Gomer: había decidido buscar la felicidad que se merecía y le dejaba a
él y a sus hijos para seguir al hombre que realmente amaba. Pero la pobre Gomer
iba pasando de un hombre a otro, hasta que cayó por fin en manos de un hombre
que pudo pagarle su alimento y su ropa. Su primer amante le había regalado una
estola de visón, pero éste hacia que se tuviese que vestir con la ropa que
encontraba en la beneficencia. Al profeta le llegaron noticias de la vida tan
desgraciada que llevaba su mujer y fue a buscar al hombre con el que estaba
viviendo. Sabía dónde le encontraría, en la taberna de la ciudad, y cuando se
encontró con él es muy posible que la conversación se pareciese a esta: ¿Eres
tú el hombre que estás viviendo con Gomer, la hija de Diblaim? El hombre debió
contestarle: "Si es que es asunto tuyo, lo soy efectivamente. Oseas le
dijo: Pues yo soy Oseas, su marido a lo cual siguieron unos momentos de profunda
tensión. Pero el hombre le preguntó: "¿qué quieres? Yo no he hecho nada
malo. Oseas le dijo: "escucha, no es mi intención causar ningún problema,
pero sé que tienes dificultad para que te llegue el dinero. Quiero que cojas
este dinero y que le compres a Gomer algo de ropa y que te asegures que tenga
toda la comida que necesite. Si necesitas más dinero te lo daré. Es posible que
aquel hombre pensase "no hay loco peor que un viejo loco. Si este cretino
quiere ayudarme a pagar los gastos, mejor para mí. De modo que cogió el dinero,
le compró algunos alimentos y volvió a su casa.
Puede que piense usted "¡vaya una locura,
que un hombre haga semejante cosa! Pero ¿quién puede explicar las locuras que
comete el amor? El amor existe aparte de la razón y según su propia naturaleza
y lo que hizo Oseas lo hizo por amor. No cabe duda de que debió de contemplar a
distancia para ver si podía contemplar durante unos segundos a la mujer que
amaba mientras ella acudía apresuradamente a la puerta para coger los alimentos
que llevaba el hombre en sus manos y darle las gracias por lo que le había
traído, por los regalos que había hecho posible el verdadero amor, que había
ofrecido la infamia y que la insensatez había aceptado.
No sabemos con seguridad cuánto tiempo duró esta
situación, pero por fin llegó la noticia de que la mujer a la que amaba Oseas
iba a ser vendida como esclava. El marido con el que se encontraba en aquellos
momentos se había cansado de ella y debía ser vendida como esclava. El profeta,
con el corazón destrozado, no sabía lo que hacer y acudió a Dios llorando. Dios
le dijo: "Oseas, ¿amas a esta mujer a pesar de lo que te ha hecho? Oseas
asintió con la cabeza mientras le caían las lágrimas y Dios le dijo:
"entonces ve y muéstrale tu amor por ella de la misma manera que yo amo a
esta nación de Israel.
De manera que Oseas fue al mercado y se quedó
mirando a Gomer mientras la traían y la colocaban en el banquillo y allí estaba
aquella mujer, a la que habían despojado de su ropa, totalmente desnuda ante la
multitud. El subastador la pellizcó, la tocó y mostró lo fuerte que era y
entonces comenzó la puja. Alguien ofreció tres piezas de plata y Oseas subió a
cinco. Alguien subió la oferta a ocho y Oseas a diez. Otra persona ofreció once
y él ofreció doce. Entonces Oseas ofreció quince piezas de plata y una medida
de cebada, cayó el martillo del subastador y Oseas recuperó a su mujer. Se
acercó a ella, la vistió y se la llevó de la mano a su casa. Y le dijo: "Te quedarás conmigo muchos
años. No te prostituirás ni serás de otro hombre; lo mismo haré yo
contigo." (3:3)
Fuente: Ray C. Stedman