martes, 17 de septiembre de 2013

Desencanto por los hombres que disputan dentro de una nave perdida.




Perdido en el inmenso universo nuestro planeta vaga desde hace miles de millones de años. En realidad no sabemos qué rumbo lleva pero es inimaginable el ancho espacio que ha recorrido y continuará recorriendo hasta el final de los tiempos. La teoría del “Big bang” apunta que a partir de esa “Gran explosión” ocurrida hace 14 mil millones de años el universo salió del caos y camina hacia el cosmos, hacia un orden y armonía impredecibles. Frágil y solitaria, aunque en medio de millones de cuerpos celestes seguramente con vida orgánica, la nave imperceptible que transporta a más de siete mil millones de seres humanos, parece desequilibrar el sistema perfecto, tal como el sonido de las cuerdas de la lira.

¿Desequilibrar? Cómo no. Está claro que no fue creada para embodegar explosivos, de veneno, del veneno que vomitan ciertos líderes políticos mundiales, reyes del miedo que se empeñan desde la historia en manchar y dañar la armonía de la Tierra mediante guerras terribles, matanzas infrahumanas, inconcebibles violaciones de la naturaleza, negocios fatídicos, tráfico y fomento de conflicto entre naciones, con el claro afán de armar a pueblos pobres o ricos e inducirlos a la esclavitud de la permanente defensa y ataque.

En esta odiosa misión que crea dudas y desconfianzas constantes entre pueblos, persisten hoy en día ciertos líderes de naciones en una carrera loca hacia el terror, tratando de imponer su fuerza y mantener sus objetivos colonialistas que desembocan en dominio económico, no otra cosa que una vanidad y desconfianza de sí mismos. La tarea de dominio en base a engaños descarados, el tráfico de mujeres y niños, de medicamentos, muchas veces negocio súper rentable y millonario a nivel global, de armas y equipos sofisticados para ejércitos mediante catálogos y a través de agentes de la muerte en todas partes.

Así, mucha gente, millones, en calidad de pasajeros de la hermosa nave azul, con los ojos cerrados, cada día en el mayor número de horas posibles, no pierden un minuto en tratar de hacer fortuna, de acumular, de dominar al otro, para explotarlo, mentirle, ganarle, mientras cientos de líderes de dan a la ingrata tarea de cuestionar todo lo que no les favorece individualmente, e incendian, agreden, viven desesperados por el miedo y su incapacidad de plantear soluciones pacíficas, de diálogo, de acuerdo racional, más bien entregándose a la ingrata tarea de armarse, de bombardear, de matar, de destruir a quienes no coinciden con sus principios.

Nuestro bello planeta se ve cansado, herido, ofendido. Da la impresión de que no resiste más. Dicen que ha comenzado a defenderse, que esa defensa afectará a millones de seres. Es muy probable. Entonces, ¿cambiará el cerebro humano? ¿Llegará el momento de la Noosfera? ¿El fin de la era, como una suprema solución para este callejón sin salida? Probablemente. El viraje síquico es urgente. De lo contrario, desapareceremos en el universo sin dejar huellas, sin pena ni gloria, como dijo alguien, “como un rumor que los seres dejan al pasar”.

César Pinos Espinoza.