Retrato original auténtico. José Gil de Castro. 1825. |
Me he encontrado con esta
imagen inédita de nuestro Libertador Simón Bolívar en un afiche que vi esta
semana dentro de la Zona Educativa del Estado Lara y de inmediato me quedé tan
impactado que tuve la impresión de que nuestro Libertador aún sigue vivo y está
más que nunca con todos nosotros. Y es que esta obra maravillosa del artista
plástico Omar Cruz, valiéndose de su talento y de la tecnología actual, nos
muestra una versión muy real del rostro de Bolívar. Una obra que más que una
pintura, muestra rasgos de un retrato, de un Bolívar real de carne y hueso.
El artista ha tomado como
base para su obra, la obra realizada en 1825 por el pintor peruano José Gil de
Castro, sobre la cual el mismo Simón Bolívar diría al General Sir Robert
Wilson: “Me tomo la libertad de dirigir a Ud. un retrato mío hecho en Lima con
la más grande exactitud y semejanza”.
En el marco de la
celebración del Bicentenario de nuestra independencia, es de nuestro agrado
contar con obras como esta, que de alguna manera nos acercan cada vez más a
nuestra verdadera identidad como venezolanos, como latinoamericanos que somos.
Disfrutemos pues de esta obra, que sin duda alguna nos ha hecho Pensar Fuera de
la Caja.
Jesús
Alberto González
Óleo en base a la pintura anterior. Omar Cruz. |
Cuando
Bolívar dijo algo parecido a "nunca más seremos felices", ¿lo expresó
con un sentimiento acuciado o ya en los bordes?, o, por el contrario, ¿era toda
una revelación que nos estaba ofreciendo a las generaciones venideras y a lo
cual íbamos finalmente a tener que enfrentarnos?
Un
viajero inglés, que se hallaba entonces en la capital del Rímac, describió así
al Libertador: “Es hombre muy delgado y pequeño, con aspecto de gran actividad
personal; su rostro es agraciado, pero arrugado por la fatiga y la ansiedad. El
fuego de sus vivaces ojos negros es muy notable. Tiene grandes bigotes y
cabello negro y encrespado. Después de muchas oportunidades de verle, puedo
decir que nunca encontré rostro que diera idea más exacta del hombre.
Intrepidez, resolución, actividad, astucia y espíritu perseverante y resuelto,
se marcaban en todos los movimientos de su cuerpo.
Muchas
fueron sus iniciativas a favor de la educación. Sin embargo, ¿cuál era el ideal
que alentaba Bolívar en la educación? Que el fin de la educación no consiste
principalmente en formar profesionales, ni soldados, ni estadistas, sino:
“Formar el espíritu y el corazón de la juventud”. Antes de inteligentes
pedantes o académicos egoístas, hay que orientar a los niños y adolescentes por
los sentimientos del bien, la bondad y la solidaridad humana. Hay que hacer
hombres. “Educar es crear voluntades”, afirmaba Bolívar.
El
fundamento verdadero de la felicidad: la educación. Simón Bolívar.
Testamento del
Libertador.
En
nombre de Dios todo Poderoso.
Amén.
Yo,
Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia, natural de la ciudad de
Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo legitimo de los señores Juan
Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos, vecinos que fueron de
dicha ciudad, hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y cabal juicio,
memoria y entendimiento natural, creyendo y confesando como firmemente creo y
confieso el alto y soberano Misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad,
Padre Hijo y Espíritu Santo tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y
en todos los demás misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa Madre
Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y
protesto vivir hasta la muerte, como Católico fiel Cristiano, para estar prevenido
cuando la mía me llegue con disposición testamental, bajo la invocación divina,
hago, otorgo y ordeno mi Testamento en la forma siguiente:
1ª.-
Primeramente encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor que de la nada la crió, y
el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis Albaceas
el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para obras
pías, y estén prevenidas por el gobierno.
2ª.-
Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo
matrimonio no tuvimos hijo alguno.
3ª.-
Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, mi referida esposa, no introdujo a
él ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis
padres.
4ª.-
Declaro: que no poseo otros bienes mas que las tierras y minas de Aroa,
situadas en la Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el
inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder del
Sr. Juan de Francisco Martín vecino de Cartagena.
5ª.-
Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de
Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaceas que estén y
pasen por las cuentas que dichos Señores presenten y las satisfagan de mis
bienes.
6ª.- Es mi
voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de
aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto,
que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República.
7ª.-
Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral. Wilson, y
que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas; "El
Contrato Social", de Rousseau y "El Arte Militar", de Montecuccoli,
se entreguen a la Universidad de Caracas.
8ª.-
Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios
la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.
9ª.-
Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.
10ª.-
Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en
la ciudad de Caracas, mi país natal.
11ª.-
Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho,
se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del amor que
siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.
12ª.-
Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el buen
comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan fielmente me ha
acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.
13ª.-
Para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido, nombro por mis
Albaceas testamentarios, fideicomisarios, tenedores de bienes a los Sres. Gral.
Pedro Briceño Méndez, Juan de Francisco Martín, Dr. José Vargas, y el Gral.
Laurencio Silva, para que de mancomún et insolidum entre en ellos, los
beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado el año fatal
de Albaceazgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre
franca, y general administración.
14ª.-
Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el contenido instituyo y nombro
por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes,
deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y
suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana Bolívar y a los hijos de
mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando
Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las
dos para mis dichas hermanas, y la otra parte para los referidos hijos de mi
indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan, y disfruten con la bendición
de Dios.
Y
revoco, anulo, y doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos,
codicilos, poderes y memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de
palabra o en otra forma para que no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de
el, salvo el que presente que ahora otorgo como mi ultima y deliberada
voluntad, o en aquella vía y forma que mas halla lugar en derecho. En cuyo
testimonio así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión
de la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.
Y su
excelencia el otorgante a quien yo, infrascrito, Escribano Publico del Número
certifico que conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal juicio,
memoria y entendimiento natural, así lo dijo, otorgó y firmó por ante mí en la
casa de su habitación, y en éste mi Registro Corriente de Contratos Públicos
Siendo
testigos los S.S.: Gral. Mariano Montilla, Gral. José María Carreño, Coronel
Belford Hinton Wilson, Coronel José de la Cruz Paredes, Coronel Joaquín de
Mier, Primer Comandante Juan Glen y el Dr. Manuel Pérez Recuero, presentes.
Ante
mí, José Catalino Noguera, Escribano Público.
Estatua ecuestre del Libertador |
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