domingo, 30 de noviembre de 2014

HISTORIA OSCURA DE LA HUMANIDAD: Los monjes Valdenses.

Masacre de los valdenses llevada a cabo en el Piamonte en 1655. Grabado proveniente del libro History of the Evangelical Churches of the Valleys of Piedmont, publicado en Londres en 1658.

Los historiadores no concuerdan en cuanto a los orígenes de los valdenses. De acuerdo con los archivos de la Inquisición, en Carcassonne, Francia, el movimiento de los "Pobres de Lyon" comenzó hacia 1170, bajo la dirección de un francés de Lyon llamado Vaudes, Valdés, Waldo o Pedro Valdo.  En cambio, algunos protestantes  afirman que los valdenses constituyen un eslabón en la cadena continua de disidentes que surgieron entre la época del emperador Constantino (S. IV) y los reformadores protestantes del siglo XVI. Algunos historiadores protestantes opinan que el nombre de valdense, aplicado también a los procedentes del país de Vaud, se deriva de la palabra latina vallis, que significa 'valle', y se refiere al hecho de que aquellos disidentes a quienes se perseguía con persistencia como herejes se vieron obligados a refugiarse en los valles alpinos de Francia e Italia. De acuerdo con este punto de vista Pedro y sus seguidores llegaron a ser el punto de reunión para grupos similares de perseguidos por la Iglesia Católica, algunos de los cuales habían estado en las sombras por largo tiempo.
 
Se dice que Pedro Valdo era un comerciante adinerado de Lyon que estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante, en 1177 tras la muerte repentina de un conocido pidió a un amigo teólogo que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios. En respuesta, su amigo citó el evangelio de Mateo 19:21, donde Jesús dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven, se mi seguidor."
 
La leyenda continúa diciendo que Valdo tomó a pecho este consejo. Así, después de proveer para el sustento de su esposa y colocar a sus dos hijas en un  convento, comisionó a dos sacerdotes, Etienne d'Anse y Bernard Ydros, para que tradujeran los Evangelios y otros libros de la Biblia al idioma vernáculo -el occitano- que se hablaba en las regiones de la Provenza y el Delfinado (actualmente, el sudeste de Francia). Entonces distribuyó el resto de sus posesiones entre los pobres y se puso a estudiar las escrituras. Además, predicó en las calles de Lyon, invitando a los habitantes a que despertaran espiritualmente y regresaran al cristianismo según él lo entendía en las Escrituras. Se dice que ponía énfasis en la declaración de Jesús: "No podéis servir a dos amos, a Dios y al Dinero" (Mateo 6:24, Lucas 16:13).
 
Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios, muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la iglesia católica romana no había consentido que se tradujera la Biblia a otro idioma con la excepción del  latín, alegando el alto costo, pues copiar a mano cada Biblia le tomaba a un monje un mínimo de 3 años. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a conocer como los "Pobres de Lyon". Para ellos, cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, podía predicar siempre y cuando tuviese suficiente conocimiento de las Escrituras.
 
Aquella predicación laica hizo que en 1179 el papa Alejandro III, al que el propio Valdo había apelado, prohibiese a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso del obispo local. El obispo Bellesmains de Lyon rehusó dar su consentimiento por considerar que se estaba predicando un evangelio diferente. Los registros históricos indican que, ante esta proscripción, Valdo respondió a la jerarquía usando las palabras de los  Hechos de los Apóstoles: "Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres."
Valdo y sus asociados continuaron predicando pese a la amenaza de excomunión y persecución. Así, el papa Lucio III los excomulgó en 1184 y el obispo de Lyon los expulsó de la diócesis. El edicto de excomunión, que se extendió contra ellos en el año 1181, les obligó a salir de Lyon, lo que fue beneficioso para su causa. Pedro Valdo llegó hasta Polonia en la misma frontera de Rusia, donde murió en 1217 después de cincuenta y siete años de predicación de las doctrinas valdenses.
Los predicadores itinerantes o "barbas" eran escogidos de entre los fieles valdenses (principalmente gente de muy humilde extracción y campesina), a los que se les apartaba durante los meses de invierno para enseñarles a leer y escribir, y tenían que aprender de memoria el Evangelio de Mateo y el de Juan, así como las epístolas universales y las paulinas pastorales (a Tito, Timoteo, etc.), para lo cual tardaban alrededor de dos años. Posteriormente, según alguna fuente, se apartaban durante dos años en un lugar secreto del norte de Italia donde hacían voto de castidad, tras lo cual pasaban a formar parte del cuerpo de los "barbas".
 
Los valdenses rechazaron el ejercicio por parte de la iglesia de poder estatal, de jurisdicción temporal, la imposición de la fe a la fuerza o la dominación por las armas. También rechazaron el uso de imponentes y elegantes edificios religiosos. Hacían un alegato particular a la renuncia de los bienes materiales en favor de los menos privilegiados, como lo hizo su fundador. En su obra de predicar, los valdenses primitivos enseñaban la Biblia y daban mucha importancia al Sermón de la montaña y al Padre nuestro, en los cuales se muestra que el reino de Dios es lo que se debe buscar principalmente y lo que se debe pedir en oración (Mateo 6-10-33). Sostenían que cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, que poseyera suficiente conocimiento de la Biblia estaba autorizado para predicar la "buena nueva" (el Evangelio). Además, consideraban a Jesús como el único mediador entre Dios y el hombre. Puesto que Jesús había muerto una vez para siempre, sostenían que un sacerdote no podía repetir este sacrificio celebrando una misa. Los valdenses primitivos conmemoraban la muerte de Cristo, tal como lo hacen hoy en día, utilizando pan y vino como símbolos.
 
Los valdenses primitivos sostenían que no era necesario ir a una iglesia para adorar a Dios. Celebraban reuniones clandestinas en establos, hogares particulares y dondequiera que pudieran hacerlo. Durante estas reuniones estudiaban la Biblia y preparaban nuevos predicadores, los cuales acompañaban a los más experimentados. Viajaban por parejas de granja en granja y, cuando estaban en los pueblos y aldeas, iban de casa en casa. (Fuente: Wikipedia).
 
 
 
 

 
 
 
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