jueves, 18 de septiembre de 2014

Historias reales: Manuel Cobos en Galápagos.

Manuel A. Cobos ( i), Manuel Tomás Aguilera, Jefe Teritorial Flavio C. Muñoz Samora, Ayudante Teniente Paul A. Brehm, M. D., Milwaukeee Public Museum.

Nació en Cuenca en 1.836 y fue bautizado como Manuel Julián. En 1.866 casó con Adelaida Monroy, se estableció en la isla Chatam (San Cristóbal). Cobos era un sujeto "de conversación muy agradable, práctico, de buen sentido del humor, honesto en sus transacciones financieras".

Cobos y su cuñado José Monroy se dieron cuenta de que aparte de la Orchilla se podía explotar los cueros de las numerosísimas reses salvajes que pastaban libremente en el interior de la isla y que las pieles de las focas o lobos marinos de las playas eran muy solicitadas y siendo relativamente fácil viajar hacia Panamá, donde todo tenía mejor precio que en el Ecuador, hacia allá se iban a venderlas y con el producto compraban mercancías extranjeras y regresaban a Chanduy, completando el periplo con estas nuevas ganancias, pero entre el 68 y el 69 sufrieron varios juicios instaurados por el Gobernador del Guayas, Vicente Santiestevan Rocafuerte, quien dispuso la incautación de las goletas "Paulita" y "Estrella del Norte", por contrabando. Ya había iniciado la siembra y el cultivo de la caña de azúcar en su hacienda en la isla Chatam, el ingenio llamaría “El Progreso”. El 75 Chatham fue visitada por Francisco Vidal Gormaz que encontró la hacienda "Progreso" de Cobos y Monroy de 3.000 hectáreas de terreno con 37 trabajadores. Teodoro Wolf también mencionó la hacienda en su viaje de agosto a noviembre de ese año. El 78 fue asesinado Valdizan en la Floreana y cien peones de los suyos pasaron a Chatham. (1) Monroy vivía nuevamente en Guayaquil comerciando los productos de la hacienda. Desde el 80 construyó nuevas casas y los edificios administrativos con las maderas de los bosques de la isla. Con la nueva constitución del 84, las Galápagos pasaron ser una jefatura territorial poco efectiva. El primer jefe duró poco tiempo y lo regresaron al continente aquejado de ataques de locura. El 85 los socios iniciaron un ingenio de azúcar sembrando 80 hectáreas de caña. Al poco tiempo importaron la maquinaria de Escocia y llevaron el personal extranjero para ponerla en funcionamiento. Y a la par de estos adelantos, registraba un cambio en su personalidad, volviéndose un tirano con sus peones y empleados, que trataba con el revolver al cinto, imponiéndoles severísimos castigos muchas veces mortales, que eran ignorados sistemáticamente por los Jefes Territoriales del Archipiélago.

El 86 comenzó a acuñar sus propias monedas llamadas las “cobonas”, que eran redondas, marcadas al fuego y de cuero de res, para uso en el almacén del ingenio. El 87 el comandante Federico Chaignau, de la fragata chilena Chacabuco, describía la hacienda de la siguiente manera: Un camino conduce desde la playa de Puerto Chico hacia la parte superior de la isla donde está establecida la hacienda del Progreso, propiedad de don Manuel de J. Cobos.

El 89 importó un ferrocarril e instaló rieles para transportar la caña de azúcar. "El Progreso" también producía café de excelente calidad, había como 10.000 cabezas de ganado vacuno que se mataba únicamente para aprovechar los cueros, de suerte que al poco tiempo disminuyó su número. A veces la carne salada o charque se exportaba al continente. El 93 transportó en dos veleros de su propiedad 500 toneladas de azúcar anuales, panelas, ron, anisado, aceite de tortuga y ballena para iluminar Guayaquil, café, cueros, carne, azufre, cal y pescados secos. En 1.897 murió su hijo. El imperio económico de la "Progreso" se asentaba en la miseria de los trabajadores, que sufrían toda clase de vejámenes por el despotismo sin límites de Cobos, sus mayordomos y demás preferidos. Eran usuales las violencias físicas, violaciones y traslados a las islas aledañas sin agua, donde no existía la posibilidad de sobrevivir. Azotes, palos o látigos eran repartidos casi a diario y con tanto ensañamiento que a veces se producían muertes.

La proporción entre hombres y mujeres eran de tres a uno. La escasez de mujeres acarreaba una serie de crímenes y desórdenes que a Cobos nunca pareció preocupar, mientras no ocasionaran una disminución del Trabajo duro en su hacienda. Tenía por costumbre imponer multas elevadas a "sus trabajadores", que por ello vivían condenados a eterna esclavitud económica sin la oportunidad de una vida mejor y como no había escuelas la moral casi se desconocía y el atraso era pavoroso. Nadie era dueño de nada, todo pertenecía al patrón, incluso la vida. En 1.886 hizo fusilar a cinco trabajadores acusados de rebelión. La ejecución tuvo lugar uno por uno a cien metros de distancia de la casa de hacienda en cinco estacas a las que fueron atados a última hora. A principio de Enero de 1.904 Cobos tenía casi 68 años de edad pero aún era robusto aunque sufría de una llaga incurable de posible origen sifilítico en una pierna, que se hacía curar diariamente y cuyo dolor le mantenía con el carácter serio y el rostro avinagrado. También se decía que una rebelde eczema en todo el cuerpo le picaba con insistencia y solo le disminuía cuando tomaba baños de alcohol y agua en una tina de metal ubicada cerca de su dormitorio, pero esto no llegó a comprobarse.
Tenía entre sus mayordomos a Elías Puertas, de quien se decía que había dado muerte a un trabajador en Balao y que por eso vivía prácticamente desterrado en Chatham. Puertas ejercía notable influencia sobre varios sujetos que deseaban vengarse de los malos tratos sufridos y hasta se había apropiado de un revólver de propiedad de Cobos, quien lo había hecho buscar insistentemente y al no encontrarlo se mostraba nervioso, suponiendo que algo se tramaba en su contra. Los conspiradores habían estudiado la posibilidad de enviar una queja a las autoridades de Guayaquil, pero cambiaron de parecer cuando no encontraron a nadie de confianza que pudiera llevarla. Entonces decidieron asesinarlo a través de un cocinero llamado Jaime, que por vivir en la casa del patrono tenía facilidad para hacerlo, pero éste se asustó y no quiso inmiscuirse en el asunto. El 12 de Enero Cobos dispuso 300 palos para Daniel Parra y P. García. El 13 para Juan Ignacio Torres. Un peón colombiano de raza negra llamado José Prieto comentó: "Cuándo será el día en que vea arder los canteros", fue denunciado por José Higueras, reducido a prisión y puesto en la barra para darle 400 palos al día siguiente. El anciano Jefe Territorial Leonardo Reina Sono se solidarizó con el abuso y exclamó: Han de ser 500 porque tengo orden del Gobernador de Guayaquil para darles palo y hasta para fusilarlos.
Los conspiradores comprendieron que si no se adelantaban a Cobos éste indagaría toda la verdad y resolvieron asesinarlo con las primeras luces del día siguiente, cuando saldría a dirigir el inicio de las faenas. Llegado el momento Puertas subió y le dijo: Don Manuel ¿Ud. No le va a dar palos a Prieto? Si, fue la respuesta. ¡Usted no mata más! Y le disparó dos veces con el revólver perdido, que había mantenido oculto debajo del poncho, hiriéndole de gravedad. Después se sabría que un balazo le perforó un pulmón y que el otro le entró por el estómago. Cobos se retiró rápidamente a su cuarto sosteniendo el calzoncillo con la mano. El ruido de los disparos reunió a los conjurados mientras Cobos tomaba un arma para defenderse. Entonces, dándolo por muerto, fueron a buscar a Reina que estaba en la llamada Casa de Gobierno, quien viéndose perdido se lanzó por una ventana pero fue rodeado y a pesar de que insistió en que le perdonaran la vida, fue ultimado al grito de maten a ese viejo bandido con un solo disparo que le entró por el cuello y se le alojó en la caja torácica. Enseguida fueron a ver a Cobos a su casa y a pesar que algunos subieron al primer piso no le pudieron hallar, porque se había lanzado por la ventana de su dormitorio y permanecía en el suelo con la pierna izquierda rota. Allí fue rematado a balazos.

Fotografía de las ruinas de la antigua Hacienda El Progreso, fundada por Manuel J. Cobos en 1879. Se trataba de un pequeño imperio de producción. Estas ruinas están situadas en la Isla San Cristóbal, una de las 13 que conforman las Islas Galápagos, en Ecuador. Destaca la abundante vegetación que recubre estos restos.

 
El Progreso se encuentra en las tierras altas por encima de la ciudad y se encuentra en la zona agrícola de la isla. La tumba de Manuel J. Cobos se puede encontrar aquí, junto con ruinas mostrando sus intentos de desarrollo de tierras de cultivo. El antiguo Ingenio Azucarero Sugar Mill puede ser alcanzado por medio de un paseo en coche de 45 minutos y un paseo a caballo llega a La Soledad, donde hay una iglesia de piedra y un observatorio.

Información: Historias de Galápagos.

César Pinos Espinoza.

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