Manuel A. Cobos ( i), Manuel Tomás Aguilera, Jefe Teritorial Flavio C. Muñoz Samora, Ayudante Teniente Paul A. Brehm, M. D., Milwaukeee Public Museum. |
Nació en Cuenca en 1.836 y fue bautizado como
Manuel Julián. En 1.866 casó con Adelaida Monroy, se estableció en la
isla Chatam (San Cristóbal). Cobos era un sujeto "de conversación muy
agradable, práctico, de buen sentido del humor, honesto en sus
transacciones financieras".
Cobos
y su cuñado José Monroy se dieron cuenta de que aparte de la Orchilla
se podía explotar los cueros de las numerosísimas reses salvajes que
pastaban libremente en el interior de la isla y que las pieles de las
focas o lobos marinos de las playas eran muy solicitadas y siendo
relativamente fácil viajar hacia Panamá, donde todo tenía mejor precio
que en el Ecuador, hacia allá se iban a venderlas y con el producto
compraban mercancías extranjeras y regresaban a Chanduy, completando el
periplo con estas nuevas ganancias, pero entre el 68 y el 69 sufrieron
varios juicios instaurados por el Gobernador del Guayas, Vicente
Santiestevan Rocafuerte, quien dispuso la incautación de las goletas
"Paulita" y "Estrella del Norte", por contrabando. Ya
había iniciado la siembra y el cultivo de la caña de azúcar en su
hacienda en la isla Chatam, el ingenio llamaría “El Progreso”. El 75
Chatham fue visitada por Francisco Vidal Gormaz que encontró la hacienda
"Progreso" de Cobos y Monroy de 3.000 hectáreas de terreno con 37
trabajadores. Teodoro Wolf también mencionó la hacienda en su viaje de
agosto a noviembre de ese año. El 78 fue asesinado Valdizan en la
Floreana y cien peones de los suyos pasaron a Chatham. (1) Monroy vivía
nuevamente en Guayaquil comerciando los productos de la hacienda. Desde
el 80 construyó nuevas casas y los edificios administrativos con las
maderas de los bosques de la isla. Con la nueva constitución del 84, las
Galápagos pasaron ser una jefatura territorial poco efectiva. El primer
jefe duró poco tiempo y lo regresaron al continente aquejado de ataques
de locura. El 85 los socios iniciaron un ingenio de azúcar sembrando 80
hectáreas de caña. Al poco tiempo importaron la maquinaria de Escocia y
llevaron el personal extranjero para ponerla en funcionamiento. Y a la
par de estos adelantos, registraba un cambio en su personalidad,
volviéndose un tirano con sus peones y empleados, que trataba con el
revolver al cinto, imponiéndoles severísimos castigos muchas veces
mortales, que eran ignorados sistemáticamente por los Jefes
Territoriales del Archipiélago.
El
86 comenzó a acuñar sus propias monedas llamadas las “cobonas”, que
eran redondas, marcadas al fuego y de cuero de res, para uso en el
almacén del ingenio. El 87 el comandante Federico Chaignau, de la
fragata chilena Chacabuco, describía la hacienda de la siguiente manera:
Un camino conduce desde la playa de Puerto Chico hacia la parte
superior de la isla donde está establecida la hacienda del Progreso,
propiedad de don Manuel de J. Cobos.
El
89 importó un ferrocarril e instaló rieles para transportar la caña de
azúcar. "El Progreso" también producía café de excelente calidad, había
como 10.000 cabezas de ganado vacuno que se mataba únicamente para
aprovechar los cueros, de suerte que al poco tiempo disminuyó su número.
A veces la carne salada o charque se exportaba al continente. El 93
transportó en dos veleros de su propiedad 500 toneladas de azúcar
anuales, panelas, ron, anisado, aceite de tortuga y ballena para
iluminar Guayaquil, café, cueros, carne, azufre, cal y pescados secos.
En 1.897 murió su hijo. El imperio económico de la "Progreso" se
asentaba en la miseria de los trabajadores, que sufrían toda clase de
vejámenes por el despotismo sin límites de Cobos, sus mayordomos y demás
preferidos. Eran usuales las violencias físicas, violaciones y
traslados a las islas aledañas sin agua, donde no existía la posibilidad
de sobrevivir. Azotes, palos o látigos eran repartidos casi a diario y
con tanto ensañamiento que a veces se producían muertes.
La
proporción entre hombres y mujeres eran de tres a uno. La escasez de
mujeres acarreaba una serie de crímenes y desórdenes que a Cobos nunca
pareció preocupar, mientras no ocasionaran una disminución del Trabajo
duro en su hacienda. Tenía por costumbre
imponer multas elevadas a "sus trabajadores", que por ello vivían
condenados a eterna esclavitud económica sin la oportunidad de una vida
mejor y como no había escuelas la moral casi se desconocía y el atraso
era pavoroso. Nadie era dueño de nada, todo pertenecía al patrón,
incluso la vida. En 1.886 hizo fusilar a cinco trabajadores acusados de
rebelión. La ejecución tuvo lugar uno por uno a cien metros de distancia
de la casa de hacienda en cinco estacas a las que fueron atados a
última hora. A principio de Enero de 1.904 Cobos tenía casi 68 años de
edad pero aún era robusto aunque sufría de una llaga incurable de
posible origen sifilítico en una pierna, que se hacía curar diariamente y
cuyo dolor le mantenía con el carácter serio y el rostro avinagrado.
También se decía que una rebelde eczema en todo el cuerpo le picaba con
insistencia y solo le disminuía cuando tomaba baños de alcohol y agua en
una tina de metal ubicada cerca de su dormitorio, pero esto no llegó a
comprobarse.
Tenía
entre sus mayordomos a Elías Puertas, de quien se decía que había dado
muerte a un trabajador en Balao y que por eso vivía prácticamente
desterrado en Chatham. Puertas ejercía notable influencia sobre varios
sujetos que deseaban vengarse de los malos
tratos sufridos y hasta se había apropiado de un revólver de propiedad
de Cobos, quien lo había hecho buscar insistentemente y al no
encontrarlo se mostraba nervioso, suponiendo que algo se tramaba en su
contra. Los conspiradores habían estudiado la posibilidad de enviar una
queja a las autoridades de Guayaquil, pero cambiaron de parecer cuando
no encontraron a nadie de confianza que pudiera llevarla. Entonces
decidieron asesinarlo a través de un cocinero llamado Jaime, que por
vivir en la casa del patrono tenía facilidad para hacerlo, pero éste se
asustó y no quiso inmiscuirse en el asunto. El 12 de Enero Cobos dispuso
300 palos para Daniel Parra y P. García. El 13 para Juan Ignacio
Torres. Un peón colombiano de raza negra llamado José Prieto comentó:
"Cuándo será el día en que vea arder los canteros", fue denunciado por
José Higueras, reducido a prisión y puesto en la barra para darle 400
palos al día siguiente. El anciano Jefe Territorial Leonardo Reina Sono
se solidarizó con el abuso y exclamó: Han de ser 500 porque tengo orden
del Gobernador de Guayaquil para darles palo y hasta para fusilarlos.
Los
conspiradores comprendieron que si no se adelantaban a Cobos éste
indagaría toda la verdad y resolvieron asesinarlo con las primeras luces
del día siguiente, cuando saldría a dirigir el inicio de las faenas.
Llegado el momento Puertas subió y le dijo:
Don Manuel ¿Ud. No le va a dar palos a Prieto? Si, fue la respuesta.
¡Usted no mata más! Y le disparó dos veces con el revólver perdido, que
había mantenido oculto debajo del poncho, hiriéndole de gravedad.
Después se sabría que un balazo le perforó un pulmón y que el otro le
entró por el estómago. Cobos se retiró rápidamente a su cuarto
sosteniendo el calzoncillo con la mano. El ruido de los disparos reunió a
los conjurados mientras Cobos tomaba un arma para defenderse. Entonces,
dándolo por muerto, fueron a buscar a Reina que estaba en la llamada
Casa de Gobierno, quien viéndose perdido se lanzó por una ventana pero
fue rodeado y a pesar de que insistió en que le perdonaran la vida, fue
ultimado al grito de maten a ese viejo bandido con un solo disparo que
le entró por el cuello y se le alojó en la caja torácica. Enseguida
fueron a ver a Cobos a su casa y a pesar que algunos subieron al primer
piso no le pudieron hallar, porque se había lanzado por la ventana de su
dormitorio y permanecía en el suelo con la pierna izquierda rota. Allí
fue rematado a balazos.
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