LA MISMA PUERTA, LA MISMA ARMELLA. |
El esposo volvió un mes
después de su fallecimiento. Ella, valiente y con decisión le dijo: “por favor,
ya no venga, déjeme la vida en paz”. Y no volvió jamás. Sin embargo, aquel
hombre querido y bueno, vuelve cada vez a los sueños de su hijo, 30 años
después de haber partido. Años atrás, la mujer una madrugada despertó
sobresaltada y llorando. Su hijo le preguntó qué le sucedía. Mi mamá ha muerto,
expresó, acaba de estar aquí, me destapó y me dijo, “y tú durmiendo”. A las 8
de la mañana llegó de un pueblo donde trabaja su esposo. Vestía de negro. ¿Ha
muerto mi mamá verdad? Dijo la mujer. En un lugar muy distante, en efecto, el
día anterior había fallecido.
HACIA EL PUNTO DE LA ESCOBA HABÍA LA GRADA EN REFERNCIA. |
Este tema es motivo de
estudio, discusión e inclusive de aceptación por parte de filósofos y
pensadores que no aceptan únicamente los pronunciamientos de la ciencia y la
investigación metafísica. El tema incluye una serie de casos que provienen no
solamente de hoy sino desde la antigüedad, y no puede equivocarse ni especular
tanta gente. Una pensadora muy importante nacida en Ucrania, Helena Blavatsky,
en su obra “Isis Sin Velo”, recoge las expresiones de William Crookes (1832-1919),
quien luego de sus investigaciones con un grupo de individuos, dice:
“Los fenómenos presenciados
personalmente por ellos, eran auténticos y de imposible simulación, por lo que
no había más remedio que admitir la actuación de una fuerza desconocida”.
“No les es posible afirmar
si los fenómenos tenía por causa la acción de espíritus desencarnados, o
entidades análogas, pero que eran innegables y contrariaban muchas hipótesis
establecidas, así como también las leyes naturales”.
“Que no obstante la
combinación de esfuerzos para invalidar los fenómenos, hubieron de cerciorarse
de su indisputable realidad, vislumbrando en ellos una fuerza natural, de ley
todavía ignorada”. (Isis Sin Velo. H.P.Blavatsky. T1. Pág. 78).
LA GRADA Y PASAMANOS HOY LUCEN CASI IGUAL. |
Hace 60 años se cometió un triple asesinato en
el que perecieron por armas de fuego personas, entre ellas un juez. Al abogado
lo velaron en la oficina donde trabajaba y luego de su entierro el caso se
sepultó en el olvido poco a poco. Pero, pasados dos meses, no hay duda que volvió
el individuo, y aquí el relato. Serían las 9 de la noche cuando se produjo un
hecho inexplicable, no trascendió en el pueblo pero sí preocupó a dos niños de
los cuatro de aquella vez. Los niños se aprestaban a descansar en la que fuera oficina
y cuarto de velatorio. Su cama era un par de colchones y cobijas dispuestas en
el piso, muy cerca de la puerta de entrada. Sus padres se despidieron de los
cuatro menores, dejaron una vela encendida en el piso y bajaron las gradas para
dirigirse a otro cuarto para descansar.
PASAMANOS Y GRADAS CASI SIN CAMBIO ALGUNO HOY. |
Casi cerraba los ojos el
mayor de los hermanos, su hermano y hermanas ya dormían, la conversación entre
ellos se había agotado. Apagó la vela y trató de evitar ese humo que queda de
la mecha. Sueño de niños, rápido y despreocupado. Pero instantes antes de pegar
los ojos, en medio del silencio total, de pronto escuchó un sonido, alguien
abría la puerta de una pequeña bodega adyacente ubicada fuera del cuarto, y se
escuchó pasos lentos de bajar de escalera, uno, dos, tres. El chico escuchó el
sonido y quedó petrificado, se tapó la cabeza con la cobija, abiertos los ojos,
empezó a sudar copiosamente. En el piso el extraño dio tres pasos y se aproximó
a la puerta del dormitorio. Tocó la armella y abrió levemente la puerta que no
había quedado asegurada. Instantes de terror para el niño. El extraño husmeaba
el interior. Fueron segundos eternos, talvez seis o siete. El sudor frío y la
parálisis del cuerpo le dominaban. El visitante cerró la puerta, soltó la
armella y se dirigió a la grada, uno, dos y tres escalones. Mientras pasaban
los minutos luego del suceso, el niño tuvo una noche eterna, pero quizás el
cansancio de los juegos del día y su inocencia, le sumieron en profundo sueño.
“No han podido todavía los
científicos comprobarlos a su sabor ni descubrir las condiciones necesarias y
suficientes para su producción porque ello requiere un estudio tan profundo de
la trina naturaleza física, psíquica y espiritual del hombre, cual en otro
tiempo lo hicieron los magos, teúrgos y taumaturgos”, dice H. Blavatsky.
Si lo que relato es cierto,
también serán ciertos centenares y miles de casos del presente y el pasado.
¿Por qué no? Si lo nuestro no es un invento, ni producto de la imaginación sino
una vivencia extrema, ¿qué decir de otros?
Al día siguiente del hecho,
a pedido desesperado del muchacho, el padre les destinó a dormir en un cuarto
cercano del mismo piso, y coincidencia o no, se repitió la experiencia, pero
esta vez lo escuchó su hermana mayor de 11 años. Dicen que los niños y los
locos jamás mienten. ¿Por qué habrían de mentir sobre algo tan extraño?
PRIMERA PUERTA DE LA DERECHA, DEL CASO POSTERIOR. |
En la misma casa, cuyas
fotos hoy ilustran esta referencia, diez años después se dio algo similar. Aquel
niño ahora grande, una noche volvía a su casa de un lugar lejano del campo en
horas de la madrugada. Abrió el portón principal y en completa oscuridad subió
las gradas tanteando las paredes y pasamanos y se dirigió a un cuarto ubicado
hacia atrás en donde dormía su hermano menor. Golpeó la puerta y le respondió,
abriendo la entrada, diciendo: “¡Pasen! Allí en el rincón hay una cama”. Esa
expresión ¡Pasen! confundió un tanto al recién llegado pero no le dio mucha
importancia en ese momento y se acostó a dormir. Al día siguiente, lo primero
que le preguntó el hermano fue, ¿En dónde está el otro que vino anoche contigo?
Yo lo vi tras de ti, aseguró.
Hemos vuelto a esta casa
hace unos días. Su aspecto general no ha cambiado mayormente, salvo algunos
detalles y restauraciones, pero pisos, gradas, pasamanos y puertas son los
mismos. La hija del dueño actual tiene curiosidad por nuestra presencia, pero
le explico y se tranquiliza. Todavía se producen sonidos, me dice, “juegan
niños con una pelota en la grada a la media noche, se oye pasos, abren y
cierran puertas. A veces nos atemorizamos y por ello la hemos hecho bendecir
con un cura. La casa tiene cosas raras. No sabemos qué será”.
César Pinos Espinoza
cesarpinose@hotmail.com
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