Muchas
religiones admiten la existencia de los ángeles. Estos no eran conocidos en
Egipto, China, Fenicia. Ángel es el emisario de Dios, el intermediario entre
Dios y los hombres. Ángel en griego es el enviado, Daimoni (de ahí la palabra Demonio).
Los Brahmanes de la India en su 1ª ley sagrada hablan de la creación de los
ángeles, su caída y castigo. Sólo hacía falta imaginación para inventar seres
superiores al hombre que lo protege o lo persigue. Los babilonios (a.C.) fueron
los primeros en admitirlo. Los persas (a.C.) conocieron 31 ángeles y creyeron
en la doctrina del ángel bueno y malo. Los hebreos: no conocieron la caída de
los ángeles hasta el libro apócrifo de Enoch, donde los ángeles tuvieron
relaciones sexuales con mujeres. Se funda en el Génesis (Cap. VII): la
existencia de gigantes por el comercio de los hijos de Dios (ángeles) con las
mujeres.
Pero ni Génesis
ni Pentateuco ni el libro de Enoch conocen la rebeldía de los ángeles contra
Dios y su castigo al infierno ni su ira contra los humanos. El motivo de esa omisión
es evidente: los ángeles malos fueron desconocidos para los judíos hasta que
estuvieron cautivos en Babilonia.
Entonces se empezó a hablar de Satanás entre los caldeos y el libro de Job (habitante
de Caldea) es el primer libro que lo menciona. Los persas decían que Satán era
un genio que hacía la guerra a las hadas. Es muy probable que de esa creencia
los judíos y cristianos sacaran la idea de que los ángeles malos fueron
expulsados del cielo y que el principal (Satán) tentó a Eva bajo la forma de
serpiente. El nombre de Lucifer viene de una mala traducción al latín de una
alegoría de Isaías: “¿Cómo caíste del cielo, astro de luz, que te levantabas al
nacer el día?”. En Isaías, Lucifer significa “el que derrama la luz” y se
refiere a un rey babilonio destronado; no hablaba de los ángeles rebeldes
caídos y precipitados al infierno. Eso no se intentó hasta los primeros siglos
del cristianismo cuando los santos padres y los rabinos propagaron esa doctrina
para salvar la increíble historia de la serpiente que sedujo a Eva. No se puede
probar que esas potencias celestes e infernales existen o no. Pero no basta que
sean posible para creerlo.
Grecia: Había
demasiados dioses y semidioses para necesitar subalternos, pero había genios y
demonios. La teoría de los ángeles de la guarda la sofisticaron. Cada hombre
tenía un genio, bueno o malo. Los ángeles de los babilonios y judíos eran lo
mismo que los dioses de Homero: seres subordinados a un ser supremo. Dionisio
el Aeropagita (famoso por su idea de la jerarquía) y el papa Gregorio I fijaron
el número de coros o jerarquías de los ángeles en 9, de las cuales son famosos
los serafines, querubines, arcángeles y ángeles. Los judíos tenían en el
templo dos querubines con dos cabezas y alas.
Los pintores
han representado a los ángeles y arcángeles. Los ángeles eran los enviados
intermediarios entre Dios y nosotros. Los demonios y los genios que la
antigüedad inventó. El hombre imaginó siempre la divinidad semejante a él. Los
reyes daban órdenes a sus enviados y así debía hacer la divinidad (Mercurio e
Isis fueron los mensajeros). En el Levítico y el Deuteronomio no se habla de
ángeles. Por eso los saduceos no creyeron en ellos. Pero de ellos se ocupan las
historias judías. Los ángeles eran corporales. Tenían alas en la espalda (como
el griego Mercurio tenía alas en los pies). No podían concebirlos sin cuerpo. Comían,
bebían. Los habitantes de Sodoma querían “sodomizar” a los ángeles que fueron a
casa de Lot, y hasta comieron.
Finalmente,
opinamos que lo que existe realmente es el bien y el mal que flotan en el
ambiente, en el mundo. Los humanos nos apegamos a uno u otro lado, según
nuestra conveniencia, mejor, según nuestra capacidad de diferenciar y entender
las cosas a fondo. Por ejemplo, las armas y la guerra son el mal, el demonio.
La oración, el pensamiento positivo, la ilustración y la sabiduría son el bien,
nuestro ángel. La naturaleza que nos rodea es nuestro ángel; las mujeres, los
hombres, los niños, el trabajo honesto, el desapego al dinero y las riquezas
económicas, son nuestro ángel. Lo contrario es el demonio. Sólo es cuestión de detenernos un momento en la vida…y ver.
César Pinos
Espinoza
Nota: Algunos
conceptos son obtenidos de diversos autores y obras.
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