Para ese instante del tiempo
el hombre todavía estaba en la mente de Dios. La época de los grandes imperios,
de las dos terribles guerras, de la criminal bomba atómica y la soñadora era
espacial, sólo eran un proyecto a larguísimo plazo. A no dudarlo, toda esa
inmensa zona hoy llamada Puyango, con un paisaje no imaginable, se delineaba
apenas como algo borroso dentro de gran esquema de cuatro o cinco mil millones
de años del origen de la Tierra.
La
ruta desde Arenillas
El 4 x 4 acelera su marcha. Atravesamos
Pasaje de las Nieves; Santa Rosa, la mártir y Arenillas, hasta llegar a una
encrucijada. No hay para perderse, todo hasta ese punto es una magnífica vía, por
muchos detalles: mesa de rodadura muy bien construida, señalización y paisaje
interminable de bananeras. Sólo preocupa en una parte el tráfico intenso y la
velocidad de los vehículos. Pero hay que estar muy despierto y atento. A partir
de un redondel mal hecho, el asunto cambia. Han comenzado a asfaltar hacia
Puyango, pero habrá que esperar algún tiempo para que esa obra concluya. Hace
doce años era una vía aceptable, pero se ha destruido mucho y sólo ahora se han
acordado de que la zona es importante, estratégica, rica y hermosa.
Un gran letrero dice “Bosque
petrificado de Puyango”, pero este anuncio y otros pequeños antes del lugar,
nos parece que son de hace muchos años y también casi se han petrificado. Pasamos
por Palmales y La Victoria. Hacia la izquierda un puente invita a atravesarlo
con rumbo a Loja. Alguna vez lo hicimos con amigos periodistas hasta una casita
pequeña en donde escuchamos en un radio viejo canciones de Segundo Rosero, como
la que dice: “Tu fuiste mi gran amor / Y yo no sé qué paso…” Otras veces
llegamos a Alamor, tierra de hermosas mujeres, a Limo para tomar puro con miel
de hormigas y a Mercadillo, lugar donde veneran la imagen del Señor de Girón,
de lo cual la gente de ese pueblo conoce una historia.
Un
poco de historia
Ingresamos en el área del
bosque en referencia por un asfaltado de la época del Jurasic Park, conduce a
uno de los lugares más preciosos del país y del mundo. Es santuario de inmenso
valor de millones de años y de naturaleza viva actual y futura, para
tranquilizar el espíritu, para imaginar, para soñar.
Gloria Rentería, es la chica
que nos guía, nos enseña muchas cosas, pero olvida que llovió a cántaros la
noche anterior y nos conduce justo por terreno fangoso en donde el 4 x 4 se
hunde. Gracias a Laurent, un muchacho francés que nos acompaña, el vehículo se
hace sentir y “sale por sus fueros”. Ahora todos estamos contentos y
festejamos, aunque enlodados hasta la nuca.
Un poco de historia: en 1941
durante la infame invasión peruana, varios soldados murieron en un sitio por
ahí, no se sabe su procedencia, pero quedó una vieja cruz, hoy caída y un
rótulo que dice “Al soldado desconocido”. En 1971 un profesor, investigador
como pocos, Alonso Campoverde, fue el primero en descubrir el bosque
petrificado. Falleció en 2002 y pasó a la historia.
“Tesoro
del Patrimonio Cultural del Ecuador”
El Bosque petrificado de
Puyango ocupa más de 26 mil hectáreas, es un yacimiento de fósiles marinos y
madera petrificada, el más antiguo de América del Sur, “Tesoro del Patrimonio
Cultural del Ecuador” que se encuentra administrado por los gobiernos provinciales
de El Oro y Loja y los gobiernos municipales de Puyango y Las Lajas.
Es difícil imaginar que toda
esa enorme zona tuvo alguna vez, hace más de cien millones de años, un paisaje
completamente diferente, agresivo, aterrador e invivible para un ser humano.
Sólo sobrevivieron, como piedra, grandes troncos y la impronta de animales y
vegetales de épocas paleontológicas, posiblemente cuando los grandes mamíferos
reinaban en ambientes que sólo Steven Spielberg podría recrear.
Me encuentro asombrado. Los
troncos están regados por todas partes. Alguna vez fueron árboles gigantescos.
El más grande mide 2.4 metros de diámetro y tienen una antigüedad de 65 y 500
millones de años. Los fósiles vegetales y especies marinas como conchas y
almejas, se quedaron para siempre retratados en la piedra. La quebrada de
Sábalos, en cuyas mansas aguas me acosté cansado y sudoroso un día hace años,
hoy se muestra agresiva y arrastra agua turbia de las alturas, mientras las
aves más diversas cantan en un concierto sin par y a lo lejos un mono aullador
rechaza nuestra presencia.
Fauna
y flora increíbles
La fauna actual del bosque
está conformada por mamíferos, anfibios, reptiles, peces y más de 130 especies
de aves en un ambiente de entre 700 y 3 mil m.s.n.m. En cuanto a la flora hay
araucarias de gran tamaño y longevidad y una gran cantidad de plantas
medicinales, como la famosa “uña de gato”, pero ojo, por si acaso, de aquí no
sale absolutamente nada. Por ejemplo, un árbol gigantesco tiene cerca de
cuarenta metros de altura, un diámetro de siete metros y vive ya alrededor de
150 años. Seguirá siendo con seguridad testigo mudo y verá el paso de unas
cuantas generaciones más de turistas, curiosos, fotógrafos, camarógrafos,
estudiosos y periodistas, quizá hasta el fin de los tiempos.
Es evidente que el
Ministerio de Turismo no le da al lugar la importancia que se merece. Cerca del
sitio no se consigue ni una cola, peor un seco. Si hablamos de la vía que une al
punto con Arenillas, de su señalización y de la difusión a nivel nacional, especialmente
para que lo conozcan estudiantes secundarios y universitarios de todo el país,
todavía nada. En la actualidad la caminería, lugares de observación y la señalización
están muy bien, igual que la instrucción que ofrece nuestra guía, pero eso no
es todo. Quisiéramos que la gente que habita por allí saque provecho del
turismo para que viva mejor, en orden y con organización; que el bosque se
constituya en un templo de enseñanza para millares de estudiantes y estudiosos,
gran porcentaje de los cuales, por falta de motivación, creen que todo está en
la ciudad y que sus falsos valores son los únicos que cuentan.
¿Quién
motiva a las nuevas generaciones?
Retornamos a prisa. El cielo
amenaza tormenta y ya sabemos que en esta época San Pedro abre las llaves y
cierra los caminos. Veo interés en Gloria de que digamos algo. Había que
decirlo. Desde Cuenca 370 kilómetros, desde Arenillas 45. Vale la pena y mucho.
Tenemos la impresión de que todavía hay bastante
que descubrir del Bosque Petrificado de Puyango. Poco o nada se ha dicho aún de
la presencia de grandes mamíferos en esa extensa área, menos del paso del
hombre, que aunque reciente en la gran historia paleontológica del planeta,
tiene que haberse dado. Quizá ya nacieron los nuevos arqueólogos y científicos
ecuatorianos, pero a lo mejor todavía no conocen el Bosque. ¿Quién les muestra
el camino? ¿Quién los motiva? Son las preguntas que quedan flotando.
César
Pinos Espinoza
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