Este
campo científico es muy amplio, pero hacemos un resumen de lo más importante y
esperamos sea de beneficio para nuestros amigos y amigas.
La
inteligencia emocional consiste
en una serie de actividades que sirven para apreciar y expresar de manera justa
nuestras propias emociones y las de otros y para emplear nuestra sensibilidad
a fin de motivarnos, planificar y realizar de manera cabal nuestra vida.
Personalmente diría que es la forma cómo afrontamos una situación positiva o
negativa –de las muchas que cada día vamos a tener que afrontar. Thorndike
(EEUU, 1874-1949), psicólogo y pedagogo estadounidense, es considerado un
antecesor de la pissicología conductista estadounidense, en
1920 utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de
comprender y motivar a otras personas. La inteligencia emocional implica, tanto
el conocimiento como el manejo de las emociones, y su importancia radica en que
permite expresar las emociones de forma sana y satisfactoria, y es que
cualquier decisión que tome la persona, por trivial que esta parezca, como:
comer, comprar o hasta con quien relacionarse sentimentalmente, son actividades
que involucran a las emociones.
La
importancia evolutiva de ofrecer una respuesta rápida que permitiera ganar unos
milisegundos críticos ante las situaciones peligrosas debió ser vital para
nuestros antepasados, pues esa configuración ha quedado impresa en el cerebro
de todo protomamífero, incluyendo los humanos. Para Joseph LeDoux, “la emoción
es más potente que la razón”; agrega: “El concepto de emoción ha sido algo
demasiado intangible, porque no hay nada más subjetivo en cuanto a percepción
que la de una emoción. Lo que yo he tratado de demostrar es que es posible
estudiar la emoción del modo en que se ha estudiado la razón;
podemos analizar cómo el cerebro procesa estímulos emocionales para producir
una respuesta emocional, dejando de lado todos los aspectos subjetivos. Lo que
ocurre es que algunas personas nos dicen que entonces ya no estamos
investigando la emoción.
«El rudimentario cerebro menor de los
mamíferos es el principal cerebro de los no mamíferos, un cerebro que permite
una respuesta emocional muy veloz. Pero, aunque veloz, se trata también, al
mismo tiempo, de una respuesta muy tosca, porque las células implicadas sólo
permiten un procesamiento rápido, pero también impreciso», y estas
rudimentarias confusiones emocionales —basadas en sentir antes que en pensar—
son las «emociones precognitivas. Verdad que con ello de respuesta veloz y
tosca, que anota el especialista, podemos entender nuestras reacciones a veces
violentas y sin pensar sobre determinado estímulo.
Cuando
estamos emocionalmente perturbados, solemos decir que «no podemos pensar bien»
y permite explicar por qué la tensión emocional prolongada puede obstaculizar
las facultades intelectuales del niño y dificultar así su capacidad de
aprendizaje. Los niños impulsivos y ansiosos, a menudo desorganizados y
problemáticos, parecen tener un escaso control prefrontal sobre sus impulsos
límbicos. Este tipo de niños presenta un elevado riesgo de problemas de fracaso
escolar, alcoholismo y delincuencia, pero no tanto porque su potencial
intelectual sea bajo sino porque su control sobre su vida emocional se halla
severamente restringido.
Las
características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de
motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las
posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las
gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la
angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de
empatizar y confiar en los demás. El grado de dominio que alcance una persona
sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el
cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel
intelectual similar, acaban en un callejón sin salida.
Inteligencia emocional, según Daniel Goleman.
La
inteligencia emocional nos permite:
-Tomar
conciencia de nuestras emociones.
-Comprender
los sentimientos de los demás.
-Tolerar las
presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo.
-Acentuar
nuestra capacidad de trabajar en equipo.
-Adoptar una
actitud empática y social que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo
personal.
Daniel
Goleman también recoge el pensamiento de numerosos científicos del
comportamiento humano que cuestionan el valor de la inteligencia racional como
predictor de éxito en las tareas concretas de la vida, en los diversos ámbitos
de la familia, los negocios, la toma de decisiones, el desempeño profesional,
etc. Citando numerosos estudios Goleman concluye que el Coeficiente
Intelectual no es un buen predictor del desempeño exitoso. La inteligencia
pura no garantiza un buen manejo de las vicisitudes que se presentan y que es
necesario enfrentar para tener éxito en la vida.
El
concepto de "Inteligencia Emocional" enfatiza el papel preponderante
que ejercen las emociones dentro del funcionamiento psicológico de una persona
cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles y tareas importantes: los
peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los
fracasos, el enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo.
En todas estas situaciones hay una involucración emocional que puede resultar
en una acción que culmine de modo exitoso o bien interferir negativamente en
el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición definida a la
acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de
operar influirá decisivamente en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas
que emprenda.
Las
Emociones pueden regularse
Regular las
respuestas emocionales se puede aprender. Al mismo tiempo es un signo de
maduración y de inteligencia. En la primera infancia, habitualmente no
regulamos nuestra respuesta emocional, simplemente la expresamos o explota.
Socialmente se acepta, y se perdona este tipo de "sinceridad" en las
respuestas emocionales de los niños y las niñas pequeñas. Y a medida que se van
haciendo mayores, el índice de tolerancia ante esta inmediatez en las
respuestas va disminuyendo hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se
exigen la regulación emocional. Con su aprendizaje conseguimos equilibrar dos
fuerzas opuestas. Por un lado, la necesidad biológica de la respuesta
emocional, y por el otro, la necesidad de respetar determinadas normas de
convivencia. La alternativa que se propone es que existen emociones como
consecuencia de la respuesta de la persona ante una situación.
La
alternativa que propone Manuel Güell Barceló en su libro ¿Tengo Inteligencia
Emocional? es considerar que no existen emociones positivas ni
negativas. Simplemente existen emociones como consecuencia de la respuesta de
la persona ante una situación. También es cierto que determinadas
emociones son útiles y traen un beneficio al individuo y otras no. A partir
de este hecho podemos dividir las emociones respuestas emocionales efectivas,
útiles y adaptativas y respuestas emocionales no efectivas, poco útiles o poco
adaptativas. Una respuesta emocional (alegría, ira, vergüenza) será útil en
función del contexto. Si la respuesta es adaptativa y nos ayuda a relacionarnos
con el mundo que nos rodea, con los demás y con nosotros mismos, será una
emoción efectiva. Así todas las respuestas emocionales son positivas siempre
que se utilicen adecuadamente.
Daniel
Goleman menciona en su libro Inteligencia Emocional en la Empresa, que,
cuando hablamos de autocontrol emocional no estamos abogando, en modo alguno, por
la negación o represión de nuestros verdaderos sentimientos. El
"mal" humor, por ejemplo, también tiene su utilidad; el enojo, la
melancolía y el miedo pueden llegar a ser fuentes de creatividad, energía y comunicación; el
enfado puede constituir una intensa fuente de motivación, especialmente cuando surge de
la necesidad de reparar una injusticia o un abuso; el hecho de compartir la
tristeza puede hacer que las personas se sientan más unidas y la urgencia
nacida de la ansiedad —siempre que no llegue a
atribularnos— puede alentar la creatividad.
También
hay que decir que el autocontrol emocional no es lo mismo que el exceso de
control, es decir, la extinción de todo sentimiento espontáneo que, obviamente,
tiene un costo físico y mental. La gente que sofoca sus sentimientos
—especialmente cuando son muy negativos— eleva su ritmo cardíaco, un síntoma
inequívoco de hipertensión. Y
cuando esta represión emocional adquiere carácter crónico, puede llegar a
bloquear el funcionamiento del pensamiento, alterar las funciones intelectuales
y obstaculizar la interacción equilibrada con nuestros semejantes. Por el
contrario, la competencia emocional implica que tenemos la posibilidad de
elegir cómo expresar nuestros sentimientos.
Queridos
amigos, ojalá les haya servido en algo esta somera explicación de algo tan
importante en la vida de las personas.
César Pinos Espinoza.
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