Masacre de los valdenses llevada a cabo en el Piamonte en 1655. Grabado proveniente del libro History of the Evangelical Churches of the Valleys of Piedmont, publicado en Londres en 1658. |
Los historiadores no concuerdan en cuanto a los orígenes
de los valdenses. De acuerdo con los archivos de la Inquisición, en Carcassonne, Francia,
el movimiento de los "Pobres de Lyon" comenzó hacia 1170, bajo la
dirección de un francés de Lyon llamado Vaudes,
Valdés, Waldo o Pedro Valdo. En cambio, algunos protestantes afirman
que los valdenses constituyen un eslabón en la cadena continua de disidentes
que surgieron entre la época del emperador Constantino (S. IV)
y los reformadores protestantes del siglo XVI.
Algunos historiadores protestantes opinan que el nombre de valdense,
aplicado también a los procedentes del país de Vaud, se deriva de la
palabra latina vallis, que significa 'valle', y se refiere al hecho de que aquellos
disidentes a quienes se perseguía con persistencia como herejes
se vieron obligados a refugiarse en los valles alpinos de Francia e Italia. De acuerdo con este punto de
vista Pedro y sus seguidores llegaron a ser el punto de reunión para grupos
similares de perseguidos por la Iglesia Católica, algunos de los cuales habían
estado en las sombras por largo tiempo.
Se dice que Pedro Valdo era un comerciante adinerado de
Lyon que estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico
practicante, en 1177
tras la muerte repentina de un conocido pidió a un amigo teólogo
que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios.
En respuesta, su amigo citó el evangelio de Mateo 19:21, donde Jesús
dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da
a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven, se mi seguidor."
La leyenda continúa diciendo que Valdo tomó a pecho este
consejo. Así, después de proveer para el sustento de su esposa y colocar a sus
dos hijas en un convento,
comisionó a dos sacerdotes, Etienne d'Anse y Bernard Ydros, para que
tradujeran los Evangelios y otros libros de la Biblia al
idioma vernáculo -el occitano-
que se hablaba en las regiones de la Provenza
y el Delfinado
(actualmente, el sudeste de Francia). Entonces distribuyó el resto de sus
posesiones entre los pobres y se puso a estudiar las escrituras. Además,
predicó en las calles de Lyon, invitando a los habitantes a que despertaran
espiritualmente y regresaran al cristianismo según él lo entendía en las
Escrituras. Se dice que ponía énfasis en la declaración de Jesús: "No
podéis servir a dos amos, a Dios y al Dinero" (Mateo 6:24, Lucas 16:13).
Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero
hombre de negocios, muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de
seguidores. Les alegró oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio
idioma, pues hasta entonces la iglesia católica romana no había consentido que se tradujera la Biblia a
otro idioma con la excepción del latín,
alegando el alto costo, pues copiar a mano cada Biblia le tomaba a un monje un
mínimo de 3 años. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y
dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a
conocer como los "Pobres de Lyon". Para ellos, cualquier
cristiano, fuera hombre o mujer, podía predicar siempre y cuando tuviese
suficiente conocimiento de las Escrituras.
Aquella predicación laica hizo que en 1179 el papa Alejandro III, al que el propio Valdo
había apelado, prohibiese a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso del
obispo local. El obispo Bellesmains de Lyon rehusó
dar su consentimiento por considerar que se estaba predicando un evangelio
diferente. Los registros históricos indican que, ante esta proscripción, Valdo
respondió a la jerarquía usando las palabras de los Hechos de los Apóstoles: "Tenemos
que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres."
Valdo y sus asociados continuaron predicando pese a la
amenaza de excomunión y persecución. Así, el papa Lucio III
los excomulgó en 1184
y el obispo de Lyon los expulsó de la diócesis.
El edicto de excomunión, que se extendió contra ellos en el año 1181, les obligó a salir
de Lyon, lo que fue beneficioso para su causa. Pedro Valdo llegó hasta Polonia
en la misma frontera de Rusia, donde murió en 1217 después de cincuenta
y siete años de predicación de las doctrinas valdenses.
Los predicadores itinerantes o "barbas" eran
escogidos de entre los fieles valdenses (principalmente gente de muy humilde
extracción y campesina), a los que se les apartaba durante los meses de
invierno para enseñarles a leer y escribir, y tenían que aprender de memoria el
Evangelio de Mateo y el de Juan, así como las epístolas universales y las
paulinas pastorales (a Tito, Timoteo, etc.), para lo cual tardaban alrededor de
dos años. Posteriormente, según alguna fuente, se apartaban durante dos años en
un lugar secreto del norte de Italia donde hacían voto de castidad, tras lo
cual pasaban a formar parte del cuerpo de los "barbas".
Los valdenses rechazaron el ejercicio por parte de la
iglesia de poder estatal, de jurisdicción temporal, la imposición de la fe a la
fuerza o la dominación por las armas. También rechazaron el uso de imponentes y
elegantes edificios religiosos. Hacían un alegato particular a la renuncia de
los bienes materiales en favor de los menos privilegiados, como lo hizo su
fundador. En su obra de predicar, los valdenses primitivos
enseñaban la Biblia y daban mucha importancia al Sermón de la montaña y al Padre nuestro,
en los cuales se muestra que el reino de Dios es lo que se debe buscar
principalmente y lo que se debe pedir en oración (Mateo 6-10-33).
Sostenían que cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, que poseyera
suficiente conocimiento de la Biblia estaba autorizado para predicar la
"buena nueva" (el Evangelio). Además, consideraban a Jesús como el único
mediador entre Dios y el hombre. Puesto que Jesús había muerto una vez para
siempre, sostenían que un sacerdote no podía repetir este sacrificio celebrando
una misa. Los valdenses primitivos conmemoraban la muerte de Cristo, tal como
lo hacen hoy en día, utilizando pan y vino como símbolos.
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